Efecto boomerang
Lun, 22/10/2012
Por
algún lado se tenía que abrir la brecha del Ayuntamiento antes o
después. Y no ha sido por otro lugar que por aquél que más duele a quien
manda. Uno de los concejales que estaban a la sombra se cae del árbol.
Antes o después habrán de notarse más golpes, lícitos o no, en la cara
del Alcalde. Aun le queda al Regidor un largo recorrido hasta que agote
la legislatura, y esta vez, con la cantimplora casi vacía. Las arcas
municipales han funcionado hasta hace un año y Burgos vive la resaca de
obras singulares recientemente estrenadas. Diríamos que nuestra Ciudad
siente avidez por seguir notando la fiebre inversora y no acepta que las
cosas se paralicen de golpe. Aunque por otro lado, conscientes de los
tiempos que vivimos, no somos demasiado exigentes con obras faraónicas
que bien podrían esperar para tiempos mejores. La percepción colectiva o
espíritu de los barrios, cuenta con una especie de sentido común que
les hace ver aquello que es necesario para el conjunto, o que está fuera
de contexto y puede esperar. En números redondos, tres años para
valorar la dirección del equipo que manda y su oposición. Pasados,
votaremos y de una mayoría absoluta se pueden adivinar muchas variantes.
Mantenerla, perderla o tener que pactar para seguir mandando como un
piña. Van a ser tres años realmente ásperos para quien ha estado en la
cima del Everest y tiene que repartir con cuentagotas, la caridad. Los
barrios suman o restan concejales y no tanto por lo que se deja de
invertir en el propio, más bien por aquello que se hace en otros con
criterio de prioridad necesaria o interés político. Tres años en los que
todos y cada uno de los concejales van a ser observados con el ojo de
cada burgalés. Y burgalesa también. El efecto boomerang provoca que
cuando se lanza un ladrillo al aire, puede caer sobre tu propia cabeza. A
estas alturas de curso ya deberíamos conocer la intención en la
moderación y administración de los recursos escasos del Ayuntamiento.
Facturas y medias verdades, obras no prioritarias sin consenso, errores y
temores. Tres años, tres concejales.
Agustín Herrero
Fuente: Correo de Burgos