Una campaña electoral de miedo
Caretas, azúcar y purpurina. A los candidatos de estas próximas elecciones no les hace falta más atuendo que ése para celebrar este Halloween fuera de fecha. Pero vosotros, simples mortales, guardad los falsos colmillos de Drácula y las escobas de bruja, porque en esta fiesta son los malos los que se disfrazan: de buenos.
La alfombra roja -prefiero no saber de quien es la sangre- ya está echada. Y por ella llevan semanas desfilando uno tras otro “los buenos” de la peli. Que nos van a sacar de pobres. Que van a cambiar las cosas. Menos mal que la careta sólo tiene un agujerito por el que regalarnos los oídos, y que no les vemos la cara. Porque la tienen que tener roja como un pimiento cada vez que abren la boca. Eso a los que no se les haya caído ya de vergüenza. Pero pobres, la temporada de campaña, igual que la de primavera del Corte Inglés, es para eso, para vender. Aunque éstos no admiten devoluciones. En cualquier caso, basta de maldades y escuchemos que tienen que decir por el agujerito.
Así las cosas, cada uno va proclamando las siete maravillas de sus respectivos partidos tapando sus vergüenzas con la careta y adornando las que no pueden esconderse con purpurina.
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