lunes, 7 de marzo de 2011

GAMONAL ENVEJECE

El incremento de la población de Burgos le ha permitido superar por primera vez los 180.000 habitantes según el censo que maneja la sección de Estadística del Ayuntamiento de Burgos a fecha 3 de febrero de 2011, aunque los datos del INE, que se refieren al 1 de enero de 2010 rebajan el número de empadronados hasta los 178.574 y habla incluso de una ligera caída con respecto al ejercicio anterior.
Volviendo a los datos propios del padrón municipal, en paralelo a este incremento poblacional se observa un paulatino envejecimiento que provoca más mayores de 65 años y la consiguiente pérdida de peso entre los menores de esa edad.


Curiosamente, en el último censo ya hay más personas entre 75 y 90 años que entre 65 y 75. Hay los mismos niños de 6 a 15 años que mayores entre 75 y 90. La capital burgalesa tiene casi 1.500 personas ancianas cercanas al siglo. Y, por suerte para su futuro, el número de pequeños con una edad inferior a los 6 años ha superado también la barrera de los 10.000, cuando hace en el 2000 eran solo 8.000.

Si consideramos Gamonal en su sentido más amplio hablaríamos de alrededor de 40.000 habitantes concentrados a partir de la glorieta de Logroño (Telefónica) y con los ríos Vena y Arlanzón como límites norte y sur. Pero si distinguimos una serie de sub-barrios confirmaremos que entre ellos existen diferencias.

El triángulo formado por las calles Vitoria, Santiago y la Avenida de Constitución, lo que podríamos considerar como el Gamonal más puro, acoge a más de 9.000 personas tras una ligera caída en la última década. pero donde más burgaleses están empadronados es en el barrio del G-9, al este de Eladio Perlado, donde sus grandes bloques de viviendas alojan a 11.000 hombres y mujeres.

Un escalón por debajo están Capiscol y los alrededores de Juan XXIII, mientras en la Barriada Inmaculada y el pueblo Antiguo hay casi 7.000 personas.

En todas las zonas construidas entre los años 60 y 70 se empieza a notar un paulatino envejecimiento. Ya no nacen tantos niños y sus habitantes van cumpliendo años irremediablemente.

Sobre las viviendas pasa algo parecido. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, entre los años 50 y los 60 se levantaron 2.500 edificios residenciales. El propio Ortega estima que en la segunda mitad de los 60 se construyeron una media de 4.000 viviendas anuales y que en el total de la década se alcanzaron las 25.000. Casi la mitad fue erigida en Gamonal y Capiscol, pero otras barriadas capitalinas también experimentaron una transformación radical.

Medio siglo después, todo aquel Burgos nuevo se está haciendo viejo de forma simultánea. A lo largo de los próximos años cientos de edificios, miles de viviendas, llegarán a cumplir medio siglo con todas las consecuencias que ello acarrea desde el punto de vista económico, sociológico y demográfico. El principal efecto es el envejecimiento imparable de los habitantes de estos barrios. Recién construidos, allí se fueron a vivir las parejas jóvenes, con niños pequeños o aún sin descendencia, en torno a los 25-30 años. Ahora muchos tienen entre 70 y 80 o son, incluso, los hijos que ya han superado la barrera del cincuentenario. El número de nacimientos se desploma.


De 225 a 40 bautizos


La parroquia de Fátima aporta un dato esclarecedor: en 1976 alcanzó un récord anual con 225 bautismos y ahora que su ámbito de competencias se ha ampliado incluso a Gamonal norte, hasta el entorno del nuevo conservatorio, solo ronda los 40 anuales. Los barrios se van poblando de pensionistas que, paradójicamente, sufren menos los efectos de la crisis porque cuentan con unos ingresos fijos y no están sometidos al riesgo del paro. Por eso las viviendas se siguen arreglando, poco a poco, a costa de los esfuerzos de sus propios moradores. Donde no llega la iniciativa privada es a los espacios comunes, y ahí las administraciones tendrán que dar el callo.

Félix Escribano, presidente del Colegio de Arquitectos, recuerda que «hasta el momento quizás nos hemos fijado mucho en el centro histórico y barrios periféricos, y hemos olvidado las zonas que crecieron en los 60 y 70». Por su parte el concejal de Fomento, Javier Lacalle, subraya que «a pesar del lamentable diseño urbanístico» con el que fueron construidas las viviendas, «durante las décadas posteriores se ha ido intentando subsanar en parte las carencias que tenían estos barrios. Desde la década de los 80 se han ido construyendo servicios dotacionales: bibliotecas, polideportivos, casas de cultura, centros sociales etc. Más difícil ha sido en la mayoría de los casos habilitar nuevas zonas verdes, parques, por imposibilidad de encontrar espacios nuevos para ello».

En los edificios «las intervenciones son más sencillas», apunta Escribano, recordando el ejemplo del ARI de Río Vena, pero no así en los espacios púbicos. Allí habrá que hacer cuidadosas operaciones de ‘cirugía urbana’ que exigirán pensar mucho y bien.

Ante la difícil situación económica que atraviesan los ayuntamientos, el de Burgos podría verse obligado a un tremendo desembolso si quiere mantener actualizados estos barrios vetustos. Preguntado por si la administración local está en condiciones de acometerlo, Lacalle recuerda que «lo está haciendo desde hace años. Esos barrios han mejorado mucho con actuaciones constantes» entre las que destaca las llevadas a cabo en Gamonal y Capiscol.

El problema del aparcamiento es otro de los grandes lastres. La inmensa mayoría de aquellas edificaciones, por no decir todas, se crearon sin pensar en los coches. Casi nadie podía permitirse la compra de un vehículo privado y por tanto lo último de lo que se preocupaban sus moradores era de tener un sitio donde guardar un bien con el que solo soñaban. Ahora, sin embargo, muchos domicilios tienen 2 o 3 vehículos y las calles que los rodean, que no son precisamente avenidas gigantes, no dan abasto para acogerlos.
Cambiando ladrillos y hormigón no solo se modifica la estética o los materiales, sino que se logran verdaderas mejoras sociales. El presidente de los arquitectos recuerda que, en definitiva, se trata de lograr una mayor calidad de vida, y apunta como primer reto, a corto plazo, la rehabilitación de las fachadas del bulevar, que por ahora discurre de forma demasiado lenta. Si algo tan sencillo está costando, qué no será la avalancha de los próximos decenios.
Fuente: Diario de Burgos