La decencia, o no, de Fernando Simón
Pedir la dimisión de Simón no es muestra de división o deslealtad, sino de mayor unidad, porque la unidad no es sumisión
Que Fernando Simón siga apareciendo en las ruedas de prensa es un insulto a la inteligencia y una falta de respeto sin comparación alguna, a todos los españoles hoy confinados; mientras observamos perplejos la muerte de miles de personas, y no podemos decir adiós a nuestros mayores.
Es un insulto hacia todo nuestro personal sanitario totalmente desbordado,
sin medios físicos, ni sanitarios, víctimas de un virus que también ha
comenzado a quitarles a ellos la vida; y en un punto, que por la
saturación, están quitando los respiradores a los enfermos en una
gestión selectiva totalmente inadmisible.
Que este señor, que cometió la imprudencia irrefutable de negar la crisis sanitaria,
asegurando en rueda de prensa que no habría “más que un caso aislado”;
que permitió el 8-M, partidos de fútbol y concentraciones, siga
apareciendo en las ruedas de prensa como si con él no fuera la cosa, y
que además le paguemos el sueldo todos los españoles, es sencillamente
inaceptable.
Tan inaceptable, como incomprensible, que haya respondido con un simple “no lo sé”
el 20 de marzo a la pregunta de por qué en Alemania, con 16.290
infectados había 48 muertos; mientras que aquí, con 18.077 infectados se
había llegado ya a los 1.000 fallecidos.
España ha superado ya en números a China y el máximo responsable directivo en la ejecución de la crisis, ha acreditado su incapacidad para gestionarla, por lo que si guardase la más mínima decencia o respeto hacia los españoles, debería dimitir.
Alejándonos
de una cuestión política o partidista, no es tiempo para pedir el
cambio de Gobierno -el tiempo y las urnas lo juzgarán-, sino de cuestionar
el liderazgo de un cargo público a quien la Organización Mundial de la
Salud o expertos como Oriol Mitja ya señalaron o han solicitado su
dimisión: “El país está en la UCI y el médico que lo ha tratado ha
cometido demasiados errores. Mejor cambiar de médico mientras todavía
estamos a tiempo”, señalaba el especialista en enfermedades infecciosas
en su cuenta de Twitter.
Sobran
ejemplos de altos cargos que han dimitido en medio de una crisis debido
a sus errores o por incompetencia, ya que estos momentos requieren de
los mejores, de profesionales serios y responsables, y no de meros
gestores.
Por ello, pedir su dimisión no es muestra de división o deslealtad, sino de mayor unidad.
Porque la unidad no es sumisión. La unidad no es mantener las manos
atadas y la boca cerrada. Chamberlain dejó de ser primer ministro de
Reino Unido en 1940 en plena Segunda Guerra Mundial y se nombró a
Churchill. ¿Significó esto menos unidad del pueblo británico? En
absoluto. Si Churchill no hubiera asumido el mando, Hitler probablemente hubiera ganado la guerra. España ganará la guerra al Coronavirus, ¿pero a qué coste?
Y
hasta que se marche Simón, si es que se va, nos queda darnos ánimo.
Ánimo a la España que, a diario está en el frente de batalla:
sanitarios, farmacéuticos, fuerzas de seguridad, empresarios de la
alimentación, transportistas, trabajadores del campo, proveedores de
servicios básicos, periodistas y comunicadores que engrandecen este
país; a todos los que están ahí luchando en primera fila, dando su
tiempo y vida por los demás; gracias. Gracias a todos ellos, a
quienes les rendimos tributo desde nuestros balcones a las ocho de la
noche; son los verdaderos héroes y protagonistas de esta historia, y por ellos, algún día, recuperaremos el gran país que todos merecemos tener.
* Juan Gonzalo Ospina es abogado.
Fuente: la razón