La victoria más amarga en la Historia del Partido Popular
Benjamín López (SPC) - lunes, 21 de diciembre de 2015
Los retos. El presidente, Mariano Rajoy, se compromete a trabajar para reunir un Gobierno estable que dé continuidad a las políticas que han sacado al país de la crisis en el último mandato
N o ha podido ser. El Partido Popular celebró ayer el éxito de los últimos comicios
electorales y, sin embargo, tendrá serias dificultades para formar una mayoría que le permita gobernar otros cuatro años más el país.
«Ciudadanos ha fallado», era la frase más repetida anoche en la sede del PP, en la calle Génova 13, de Madrid. Y es que, se demostró que la sombra de las elecciones autonómicas y municipales es alargada, tanto que se proyectaba sobre los ánimos de los seguidores populares. La reedición de un pacto PSOE-Podemos se antojaba como una amenaza real y eso se notaba en las caras de los presentes. El pacto de perdedores del que tanto habló Rajoy durante la campaña se abría paso en la mente de todos los presentes que, calculadora en mano, iban sumando escaños y restando posibilidades a reeditar un Ejecutivo azul.
En ningún momento hubo motivo para la euforia… Y si, como suele decirse, el mejor termómetro es la calle, entonces la temperatura del PP estaba cerca de la hipotermia, porque el aspecto de la calle Génova era desolador hasta que el presidente del Gobierno en funciones salió a dar la cara. Unas pocas decenas de personas, los más cafeteros, trataban de mantener el ánimo alto a la espera de que el séptimo de caballería llegara a sumar sus fuerzas. Y el balcón instalado para la ocasión podía quedarse inédito. En las autonómicas y municipales ni siquiera lo instalaron. Esta vez sí. Había un mayor optimismo que resultó ser una ilusión.
Aún así, al filo de la media noche, desafiando la desolación general, un Rajoy sonriente, pero no eufórico, se asomaba a la tribuna para saludar a los centenares de simpatizantes que llegaron a juntarse allí. Junto a él, su mujer, Elvira Fernández, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y los altos cargos del partido: Cospedal, Maroto, Casado, Arenas, Maíllo, que intentaban poner todo su empeño en festejar la victoria más amarga en la Historia del Partido Popular.
La música a toda pastilla trataba de ayudar a calentar de forma artificial los ánimos. Tardó en salir, no lo hizo hasta que Pedro Sánchez pronunció unas palabras en Ferraz y Rivera hizo lo mismo desde el hotel Eurobuilding. Parecía como si tuviera que escuchar al socialista y al líder naranja antes de tejer su discurso en el que proclamó su victoria y sacó pecho del más del millón seiscientos mil votos de diferencia sobre el la segunda formación y aseguró que va a intentar «formar un gobierno estable con apoyo parlamentario».
«Quien gana debe intentar formar Gobierno», manifestó el jefe del Ejecutivo español en funciones, aunque reconoció que la etapa que se abre, con un Parlamento fragmentado, «no va a ser fácil».
«España necesita un Gobierno que tenga apoyo parlamentario. Buscaré un Estado estable para servir al interés general del país. España necesita seguridad, certidumbre y confianza», sentenció.
El líder conservador, que se enfrentó con duros recortes a la peor crisis económica en la historia de España, defendió desde la sede del partido su gestión y la necesidad de garantizar la recuperación que están viviendo los españoles.
«He hecho lo que creía que era bueno para el interés general de España», subrayó en un mensaje de esperanza en el que sostuvo, además, que «creo que hay sentadas bases sólidas para el futuro. Ahora necesitamos perseverar en lo que se ha hecho estos años».
En sus palabras, Rajoy agradeció la lealtad, el trabajo, la determinación y el coraje de todas las personas que han dado el apoyo al Partido Popular, tanto en estos cuatro años de legislatura, como a lo largo de la campaña electoral hasta volver a lograr, una vez más, ser la primera fuerza política de España.
DECISIONES DIFÍCILES. El presidente popular remarcó los esfuerzos y las decisiones difíciles que ha tenido que adoptar en la última legislatura con el convencimiento de que estaba haciendo lo mejor para el interés general.
Al final, los populares se fueron pensando que la partida no había hecho más que empezar. Los militantes hablaban de una gran coalición con el PSOE, de repetir elecciones en unos meses, o intentar una pírrica investidura. Después de ir a las urnas, por primera vez, nadie era capaz de pronosticar quién podrá gobernar.
Fuente: Diario de Burgos