Una ciudad congelada en el tiempo
Sobre el cerro de La Muela, surcada por las aguas del río Molinar,
cerca del majestuoso Ebro y enmarcada en la comarca de Las Merindades se
sitúa la ciudad Frías. Tiene este título desde 1435, cuando el rey Juan
II de Castilla se lo concedió, lo que hace de ella no sólo la ciudad
más pequeña del mundo, sino una de las más antiguas.
Frías mantiene su estructura, una silueta que permanece estática a lo largo de los años y en la que destacan cuatro conjuntos arquitectónicos inigualables. Entre ellos el puente sobre el Ebro, de origen romano, fue reconstruido varias veces en la Edad Media. Por él transcurría la calzada romana, convirtiendo a la ciudad en una vía de comunicación muy importante para el comercio entre la meseta y el Cantábrico. A él se suma, situado sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, uno de los castillos roqueros más espectaculares, coronado por la impresionante torre del homenaje, símbolo de la pequeña ciudad en toda España, y desde la que los visitantes disfrutaran de una de las mejores panorámicas de la provincia burgalesa.
El conjunto se encuentra protegido por la muralla, una construcción posterior que servía para proteger la ciudad hasta la Iglesia de San Vicente. Aún conserva tres puertas, la de Medina, que era la más cercana al Castillo, la puerta del Postigo y la de la Cadena, que se constituía como la entrada principal al centro de la ciudad. Pero, sin duda, una de las joyas de Frías son sus ‘casas colgantes’, que nada tienen que envidiar a las de otras ciudades. Construidas en toba y madera, se ‘apilan’ en el espacio que les ha cedido La Muela, una gran roca sobre la que se asienta parte de la ciudad. Las viviendas se fusionan con la piedra y se adaptan al terreno, dando lugar a un gran acordeón de tejados y ventanas.
Tradiciones
En la localidad se celebra una de las tradiciones más arraigadas del territorio nacional, la Fiesta del Capitán. Su nacimiento data del siglo XV y solo ha cambiado su traslado al domingo más cercano a la festividad de San Juan y en un leve modificación del uniforme del protagonista de la festividad. Para conocer la tradición hay que retrotraerse hasta 1435, cuando el rey Juan II concede a Frías el titulo de ciudad, pero en 1446 cambia, con Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, la Villa de Peñafiel por Frías, tomando así el conde posesión de la ciudad.
A pesar del cambio, las relaciones entre el conde y los fredenses fueron buenas, pero tras eliminar los fueros, se subieron los impuestos a los vecinos, que se negaron a pagarlos. Como respuesta, el conde cercó Frías y mantuvo un asedio de dos meses, en los que se produjeron varios enfrentamientos. En ese levantamiento popular destacó un joven valiente, elegido por los vecinos, que capitaneó a las tropas contra el conde. La resistencia del pueblo desembocó en una paz pactada, con un escrito que recogía los motivos de la sublevación y las peticiones de los fredenses. A esta festividad, se suman la Fiesta de la Cruz, el 3 de mayo; la festividad de San Vitores, el próximo 26 de agosto y las Fiestas del Cristo, los días 18, 19, 20, 21 de septiembre.
En Frías, los visitantes no sólo disfrutarán de un paraje incomparable y de unas calles llenas de historia y de vida, sino que se sentirán como en casa gracias a la hospitalidad y a la amabilidad de sus gentes y podrán llenar el estómago con los ricos manjares de la zona en rincones con unas vistas incomparables.
Frías mantiene su estructura, una silueta que permanece estática a lo largo de los años y en la que destacan cuatro conjuntos arquitectónicos inigualables. Entre ellos el puente sobre el Ebro, de origen romano, fue reconstruido varias veces en la Edad Media. Por él transcurría la calzada romana, convirtiendo a la ciudad en una vía de comunicación muy importante para el comercio entre la meseta y el Cantábrico. A él se suma, situado sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, uno de los castillos roqueros más espectaculares, coronado por la impresionante torre del homenaje, símbolo de la pequeña ciudad en toda España, y desde la que los visitantes disfrutaran de una de las mejores panorámicas de la provincia burgalesa.
El conjunto se encuentra protegido por la muralla, una construcción posterior que servía para proteger la ciudad hasta la Iglesia de San Vicente. Aún conserva tres puertas, la de Medina, que era la más cercana al Castillo, la puerta del Postigo y la de la Cadena, que se constituía como la entrada principal al centro de la ciudad. Pero, sin duda, una de las joyas de Frías son sus ‘casas colgantes’, que nada tienen que envidiar a las de otras ciudades. Construidas en toba y madera, se ‘apilan’ en el espacio que les ha cedido La Muela, una gran roca sobre la que se asienta parte de la ciudad. Las viviendas se fusionan con la piedra y se adaptan al terreno, dando lugar a un gran acordeón de tejados y ventanas.
Tradiciones
En la localidad se celebra una de las tradiciones más arraigadas del territorio nacional, la Fiesta del Capitán. Su nacimiento data del siglo XV y solo ha cambiado su traslado al domingo más cercano a la festividad de San Juan y en un leve modificación del uniforme del protagonista de la festividad. Para conocer la tradición hay que retrotraerse hasta 1435, cuando el rey Juan II concede a Frías el titulo de ciudad, pero en 1446 cambia, con Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, la Villa de Peñafiel por Frías, tomando así el conde posesión de la ciudad.
A pesar del cambio, las relaciones entre el conde y los fredenses fueron buenas, pero tras eliminar los fueros, se subieron los impuestos a los vecinos, que se negaron a pagarlos. Como respuesta, el conde cercó Frías y mantuvo un asedio de dos meses, en los que se produjeron varios enfrentamientos. En ese levantamiento popular destacó un joven valiente, elegido por los vecinos, que capitaneó a las tropas contra el conde. La resistencia del pueblo desembocó en una paz pactada, con un escrito que recogía los motivos de la sublevación y las peticiones de los fredenses. A esta festividad, se suman la Fiesta de la Cruz, el 3 de mayo; la festividad de San Vitores, el próximo 26 de agosto y las Fiestas del Cristo, los días 18, 19, 20, 21 de septiembre.
En Frías, los visitantes no sólo disfrutarán de un paraje incomparable y de unas calles llenas de historia y de vida, sino que se sentirán como en casa gracias a la hospitalidad y a la amabilidad de sus gentes y podrán llenar el estómago con los ricos manjares de la zona en rincones con unas vistas incomparables.
Fuente: El Correo de Burgos