lunes, 3 de septiembre de 2018

LA MUERTE DEL COMERCIO EN BURGOS

El comercio languidece en Gamonal

El comercio languidece en Gamonal - Foto: Luis López Araico
Cierran tiendas de niños y abren supermercados low cost, no hay pisos a la vista en venta pero cientos de locales están disponibles... Los nuevos usos, la evolución demográfica y los desajustes entre oferta y demanda lastran al barrio
Hace 20 años era misión casi imposible encontrar un local comercial disponible en Gamonal. Los precios de los alquileres (régimen en el que se implantan la inmensa mayoría de los mostradores) cotizaban en consonancia a esa realidad: «Al cambio, un local de 100 metros cuadrados podía costar hasta 2.500 euros. Ahora no llegaría ni a la mitad», cuenta David Ruiz, presidente de la Asociación de Comerciantes Zona G. Aquellos tiempos coinciden con sus inicios en el sector, así que ha visto mutar la oferta del barrio desde la primera fila del cambio de siglo.
Algo pasa en Gamonal. Sus calles hablan de cambio. Lo hacen los edificios en cuyas viviendas no cuelga un solo ‘se vende’ pero tienen disponibles todos los bajos comerciales. Algo no cuadra en Gamonal. Hay un cambio demográfico evidente que, sumado a factores que no aquejan únicamente al más poblado de los distritos capitalinos, se está manifestando en escaparates de metal. La prueba del nueve es que allí donde acaba de cerrar un Zara para niños han abierto un supermercado low cost. Algo no funciona en Gamonal.
«Son varios factores combinados, pero el contexto es un claro envejecimiento de la población, y no sólo de la población residente. Hay oleadas de comerciantes que alcanzan la edad de jubilación y no tienen, ni quieren, relevo generacional. Van tirando hasta que llegan a la edad de dejarlo, no hacen muchas inversiones y se mantienen al margen de nuevos canales de venta. En muchos casos, esas persianas caen y ya no se levantan», continúa Ruiz.
La resistencia está sometida a fuerzas centrípetas. La calle Vitoria funciona hasta el cruce con Derechos Humanos (antes Eladio Perlado), avenida donde perdura la mayor concentración de comercio del barrio y, probablemente, de la ciudad. Fuera de ahí, la periferia comienza a ser un auténtico desierto comercial. Incluso en Francisco Grandmontagne, el corazón del barrio, hay ahora mismo media docena de locales disponibles de todos los tamaños y formas. Otros han conocido «tres comercios diferentes en tres años». Cerraron. Todos. Lo mismo sucede en la plaza de Santiago. Aunque a distinta escala -los locales allí son pequeños-, los cierres en cadena también son un hecho y hay una docena de persianas bajadas, algo inédito. En eso puede tener mucho que ver que registre el precio del alquiler mensual más caro del barrio. Por metro cuadrado, en torno a 18 euros, cinco más que en Eladio Perlado y el doble que en calle Vitoria. También es aquí donde mejor se manifiesta otra tendencia.
se vende. En algunos escaparates se anuncia directamente el precio de venta, algo inédito. Porque ahora se vende. Al menos en la misma proporción en que se alquila. «Es algo que nos llama mucho la atención y que significa que comprar locales para alquilar ya ha dejado de ser rentable, o al menos ya no lo es tanto como antes. Seguramente resulte más atractivo hacer apartamentos turísticos en el centro», ironiza el presidente del comercio del barrio. Aún así, en Zona G han «comprobado» que algunos propietarios «no asumen» el nuevo contexto comercial y «prefieren tener el local cerrado 15 años a bajar el precio del alquiler». Seguirán cerrados.
«Los operadores grandes, que son los que realmente están abriendo puertas, juntan varios locales pequeños y hacen uno grande sin tener que pagar los alquileres que les piden. La mayoría de las aperturas se están haciendo así». Pero eso sucede en el centro neurálgico del barrio. La periferia está arrasada. Los últimos números de calle Vitoria son un erial; la calle Compostela, Juan XXIII o los primeros números de la calle Santiago, más de lo mismo. El entorno del mercado del G-9, igual, y vías como Luis Alberdi tienen casi tantos locales abiertos como cerrados.
Fuente:Diario de Burgos