domingo, 9 de septiembre de 2018

UNA MALA GESTIÓN URBANISTICA DE BURGOS

La ciudad pierde en diez años superficie verde por habitante

La ciudad pierde en diez años superficie verde por habitante - Foto: Alberto Rodrigo
 
La capital ya no puede presumir de ser una de las arboldas del país. Ni tan siquiera lo es de la región. Ha perdido 7 metros cuadrados de zona verde por residente en una década.
No hace tantos años, la principal cadena de televisión coreana desembarcó en Burgos para recoger en un documental no la belleza eterna de la Catedral, ni la importancia de Atapuerca, ni la universalidad del Camino de Santiago: lo hizo deslumbrada por la exuberante naturaleza de la ciudad, por la cantidad y calidad de parques y jardines que la integran y rodean. Burgos ha podido presumir, con toda justicia, de ser una de las ciudades más arboladas del país. Pero quizás ahora no esté atravesando su mejor momento en este sentido. Hace tan sólo unos días se dio a conocer un informe en el que la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León relegaba a la capital castellana a los últimos puestos de la fila de municipios con parques y jardines. ¿Y cómo es eso posible? ¿Cómo puede ser que hace sólo una década la Agenda 21 destacara que la superficie verde por habitante de la ciudad fuera de 21 metros cuadrados y el informe de la Junta indique ahora de que la media no alcanza los 15 metros cuadrados?
Hay quienes tienen una respuesta. Dolorosa, por otro lado. La Plataforma Ciudadana en Defensa de La Isla, que lleva años denunciando el abandono de este emblemático parque de la ciudad, señala que es esa desidia, sumada a una política de eliminación de zonas verdes y de no contemplación de otras nuevas en los nuevos sectores urbanizados, la que lo está desmontando todo. El colectivo ofrece numerosos ejemplos, empezando por el propio Paseo de la Isla, que padece, a su entender (y al sentir de vecinos y usuarios) un abandono negligente. Extienden su denuncia también a La Quinta, convertida en reducto casi selvático, a Fuente Prior -cuyo entorno ofrece una imagen penosa- y Fuentes Blancas, al parque del Castillo y a los jardines de la Cruz Roja (que dan verdadera pena, cuando no miedo atravesar por ellos), del Palacio de Justicia y de la plaza de Santa Teresa.El caso de la Quinta es especialmente preocupante. Y tiene indicadores que lo acreditan. Uno de los más importantes tiene que ver con la fauna. Miguel Ángel Pinto, director del Aula de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos señala que tras las obras llevadas a cabo en este parque de la ciudad «se ha reducido el número de especies de aves que se pueden observar en  aproximadamente un 50 por ciento».
Un epidérmico vistazo por todos los lugares anteriormente citados permite confirmar que, en efecto, la dejadez campa a sus anchas. Otrosí: la asociación señala que la eliminación de zonas verdes en los últimos años merced a obras de toda índole contribuye a restar encanto a la ciudad. Ítem más: el desarrollo urbanístico de la ciudad ha adolecido precisamente de nuevos espacios verdes. Hay ejemplos claros: la zona de Cellophane, por ejemplo. La calle Caleruega no tiene un solo espacio verde, y los que había han desaparecido con las nuevas construcciones. Pero hay más emplazamientos: el G-3, el S-4 y Fuentecillas.
Fuente: Diario de Burgos