lunes, 5 de agosto de 2013

ESTO NO PUEDE SER ASÍ

La lana y la fama

Es un pecado estar hoy aquí, cuando todos los que no me leéis es porque estáis de agosto. Con o sin suegra, en la playa. o en pueblo de la mujer para quien tenga la suerte. Enhorabuena a todos los agosteros que se lo han ganado a pulso. Ayer, desde la playa de Somo se veían los toros desde la barrera y el lienzo de edificios dibujado en el paseo Pereda, al otro lado de la bahía. Magnífico mural que se cimenta sobre agua marina. Nada es de verdad en éste mes de largo sueño como el de una noche de verano. Pero estoy aquí en Burgos, solidario con quienes os toca de Rodríguez y habéis dejado correr el turno hasta septiembre o la segunda quincena. Son dos meses en los que las chicharras y las cigarras se hacen nuestras amigas y hermanas. Ese timbre inconfundible cuando rozan sus espaldas de papel y madera.
Pregunto a las camareras y al chico de la gasolinera si notan algún cambio que intuya ese otoño embrujado que esperamos a la vuelta. El que nos meten por los ojos. El del despegue y vuelo rasante hacia otros siete años del péndulo de Foucault. Pero nadie sensato niega que el miedo cose las entretelas de los bolsillos y oxida las cremalleras de los monederos. Mi amigo, el Rubio, al que sus cercanos conocen como, el cerebro, se duele porque ya no disfruta en las casas de alterne. Al parecer, los burdeles dejaron de ser lo que eran. Algo tiene España de invencible que después de tanto tiempo a la deriva, estemos aún a flote. Será que tiene buena madera, densa y compacta como la de las quillas que marcan sus viajes en las mellas. Octubre está a la vuelta de la esquina para contarnos y reabrir el cuaderno cerrado a toda prisa. Preguntaremos de Neymar y Messi. Sabremos del feo Rajoy o del Mago Rubalcaba. El nuevo Papa que viene dando duro y parece que tiene ganas de poner las cosas claras. Es listo y ha visto que la Curia tiene la Iglesia, minada. Pronto se verá si juega de farol o es jesuita a la vieja usanza. Nos encontraremos con calle Vitoria y avenida Cantabria, urbanizadas. Sin qué nadie entienda nada.
Autobuses de segunda mano repintados que llegarán al nuevo hospital al qué algunos olvidaron poner una buena puerta. Mientras unos se llevan la fama, otros cardan la lana.
AGUSTÍN HERRERO