sábado, 31 de agosto de 2013

LO QUE DEBE HACER LACALLE ES CESAR A REBOLLO

Una autocrítica que honra a un gobernante

AUNQUE rectificar dicen que es de sabios y el error es la antesala del acierto, este sano ejercicio es casi insólito en el ámbito del poder y la política. Por esta razón se impone aplaudir la autocrítica expresada ayer por el alcalde de Burgos, Javier Lacalle, a su vuelta de vacaciones y en relación con la oscura gestión y el fiasco en el que desembocó la operación de compra de autobuses madrileños de desecho. No es que el regidor con su valoración de este espinoso asunto dé la razón a la posición crítica y las revelaciones publicadas por El Correo durante el último mes.  Tal respaldo, por otro lado, es innecesario cuando los propios hechos, la anulación de la compra, se han encargado de corroborar las denuncias periodísticas. Lo relevante en la declaración de Lacalle no es tanto lo que dice, sino que lo dice. La grandeza que implica el reconocimiento de un error y, por ende, la enmienda del mismo. Es importante para cualquier ciudadano saber que la persona en la que delega su voto soberano no sólo comete errores, como es lógico, sino que es capaz de reconocerlos y no atrincherarse en la ciega soberbia. Pero en la autocrítica de Lacalle había algo más, una censura implícita en la que los silencios atruenan. No mencionar al responsable directo de la chapucera operación, al concejal Rebollo, es paradójicamente un sonoro señalamiento de culpa. Al final el fiasco se hizo evidente y ha sido reconocido por el primer edil, ahora se impone un firme propósito de enmienda y, además, urge una solución a un problema que sigue sin resolverse: el obsoleto transporte urbano.
Fuente: Correo de Burgos