domingo, 27 de abril de 2014

NO HAY DINERO PARA ASFALTAR

Asfaltado

LA NECESIDAD de asfaltado de algunas calles de la ciudad no es que empiece a ser preocupante, está entrando en una dimensión distinta, en un caso que debería investigar el programa de Iker Jiménez. Si sigue así la cosa, algún domingo este programa abrirá con el caso de un coche que desapareció al caer a un socavón y apareció en una ciudad andaluza.
Todo esto me viene a la cabeza poco después de haber recibido un aviso de giro del recibo del impuesto de circulación, más de 60 euros que, bueno, de algo deberían servir, junto con el resto de impuestos que pagan los demás conductores. Y que yo sepa, porque así lo he mirado, no me han dejado de cobrar el impuesto ni me lo han rebajado por aquello de la crisis. Cualquier calle de la ciudad en la que hay un tráfico más intenso de lo normal presenta unas deficiencias en asfaltado enormes. Avenida del Arlanzón, calle Vitoria, avenida de Cantabria, avenida de la Paz o del Cid son solo algunos ejemplos del deterioro paulatino del firme. No sería de extrañar que empezaran a llegar al Ayuntamiento denuncias para reclamar el pago de averías en vehículos por culpa del empedrado. Igual que no es la primera que una baldosa mal colocada o una acera en deficiente estado de conservación han motivado indemnizaciones a peatones, puede haber más de un conductor que reclame esos daños por el mal estado de la vía. E incluso ese deficiente firme puede ser causa indirecta de algún accidente.
El problema del asfaltado es que tiene una política de ahorro más complicada de aplicar. Con el caso del alumbrado, al margen de utilizar sistemas más o menos eficientes, se puede reducir el número de horas con las luces encendidas y la llegada de la primavera y el verano facilita esa reducción del coste. Pero con el asfaltado no se puede actuar solo de esa manera. Es comprensible que la crisis haya obligado a reducir las partidas para las campañas de asfaltado, pero no hasta el punto de que ni siquiera se tapen agujeros con ‘parches’.
Menos mal que este invierno no ha helado ni han caído grandes nevadas en la ciudad porque entonces el estado de las calles sería todavía más deficiente. Otro problema adicional es que al ser el deterioro muy acusado el arreglo va a ser más costoso en tiempo y en dinero. Sería deseable que ese dinero que está previsto para los barrios tenga en cuenta la mejora del firme de las calles.
Por Manuel Remón
 
Fuente: Correo de Burgos