miércoles, 1 de octubre de 2014

EL PATRIACA

El otoño del patriarca

ENCUESTAS COMO la presentada la pasada semana hago yo tres cada mañana en el tiempo que transcurre entre que suena el despertador y pongo el pie en la ducha. Y eso en un día normal, sin que la inspiración acuda en mi auxilio.
Basura para apaciguar la conciencia de sus impulsores sufragada con dinero público, incluido el de ese 10% de burgaleses que a tenor de su lectura del sondeo no estarían de acuerdo con su proyecto para la plaza de toros.
Si para justificar su más que cuestionable política urbanística, en la que cifra todas sus esperanzas de seguir agarrado a la poltrona, el equipo de Gobierno local necesita recurrir a tan burdas maniobras es que algo ha cambiado en la ciudad. Hasta hace solo unos meses gestionaban la cosa pública con la despreocupación de quien se siente blindado en el cargo en una ciudad con ADN conservador en la que votar al PP es poco menos que una cuestión genética de difícil explicación. Ahora es presa del canguelo.
Si lo que pretende es obtener un apoyo para a sus actos con datos pretendidamente científicos, resultado de interrogantes dirigidos y vacíos, yo le sugiero unas cuantas preguntas que flotan en el ambiente de un otoño que se antoja más caluroso que nunca. Y me presento voluntario para salir a la calle y hacerle la encuesta gratis con cuestiones como las siguientes: ¿Qué opina de que el gobierno que ha elegido para que le represente y defienda sus intereses se encuentre postrado ante los intereses económicos de un poder en la sombra?; o ¿Cree usted en los poderes sobrenaturales?, ¿Cómo se explica entonces que todo el mundo sepa de antemano el nombre del ganador de los más sustanciosos concursos urbanísticos convocados por el Ayuntamiento?; o ¿Los criterios presuntamente técnicos que deciden las adjudicaciones de mayor calado, son también aplicables al resto de contratas municipales?.
El miedo se ha apoderado de sus actos. La ciudad ha despertado, mal que le pese a muchos. Ha soportado con estoicismo los desmanes especulativos perpetrados en las últimas décadas por los carroñeros de turno y que necesariamente contaban con la inestimable de los responsables del urbanismo municipal. Ahora se rebela.
Emulando al Cid pretende ganar una batalla después de muerto. Pero se le ha pasado por alto un detalle. Los ‘infieles’ ignoraban que el Campeador había abandonado este mundo. Y la población conoce perfectamente la fecha su caducidad política.
Daniel Ortega Cebrecos
Fuente: Correo de Burgos