Las farmacias se forman para ayudar en el abandono del tabaquismo
El objetivo del colegio es extender la formación en deshabituación a «al menos el 80%» de las boticas / Desde el 1 de enero, Sanidad financia dos mediamentos para dejar de fumar
V. MARTÍN
06/01/2020
06/01/2020
El Sistema Nacional de Salud financia
desde el pasado 1 de enero la vareniclina (Champix) y el bupropión
(Zyntabac), dos tratamientos farmacológicos para dejar de fumar. «La
labor de estos medicamentos es reducir el síndrome de abstinencia. El
bupropión incrementa los niveles de dopamina y el paciente se encuentra
físicamente mejor. En el caso de la vareniclina, el medicamento bloquea
los receptores nicotínicos, lo que consigue que el tabaco no satisface
al fumador y además estimula los receptores para suplir el síndrome de
abstinencia», comenta el decano del Colegio de Farmacéuticos de Burgos,
Miguel López de Abechuco.
La prescripción de estos tratamientos
está marcada por varios requisitos entre los que se encuentra ser
fumador de diez o más cigarrillos al día y tener un alto nivel de
dependencia, determinado por el test de Fagerström con puntuaciones
igual o mayor que 7; tener motivación expresa de dejar de fumar
constatable con al menos un intento en el último año y contar con
prescripción médica porque es un profesional médico el que debe valorar
si el paciente puede o no tomar alguno de estos dos medicamentos.
La alta tasa de éxito de Champix,
cercana al 40%, ha supuesto que la propia Sanidad pública recomiende a
pacientes fumadores su uso para dejar de fumar de forma definitiva.
Aunque el fármaco se encuentra a la venta desde el año 2007, con la
financiación de parte del coste por parte de la Seguridad Sociales, los
fumadores que cumplan los requisitos marcados y que puedan acceder a
este tratamiento no tendrán que desembolsar los alrededor de 200 euros
de media que cuesta en la actualidad sino menos de la mitad.
En este objetivo de erradicación del tabaquismo, la labor del farmacéutico «será fundamental», apunta el decano. «Tenemos que aprovechar el potencial que tenemos, con las más de doscientas farmacias que hay en la provincia burgalesa» , comenta y señala que el sector «ya está inmerso en labores de educación sanitaria de diversa índole desde hace mucho tiempo».
En este objetivo de erradicación del tabaquismo, la labor del farmacéutico «será fundamental», apunta el decano. «Tenemos que aprovechar el potencial que tenemos, con las más de doscientas farmacias que hay en la provincia burgalesa» , comenta y señala que el sector «ya está inmerso en labores de educación sanitaria de diversa índole desde hace mucho tiempo».
Precisamente la deshabituación del
tabaquismo «por su importancia y por las patologías que genera ha sido y
es un área en el que también debemos actuar las farmacias». López de
Abechuco señala que «ya se han desarrollado diversas campañas y dos
cursos de tabaquismo en el colegio para que los farmacéuticos puedan
asesorar mejor a quienes se acercan a las boticas con la intención de
dejar de fumar».
Actualmente «ya hay varias farmacias en
Burgos capital y provincia que desarrollan programas de deshabituación
aunque ahora el objetivo es extender esta formación a toda la provincia
para que al menos el 80% de las farmacias tengan preparación en este
campo o una actualización de los conocimientos».
La labor del farmacéutico «debe ser
asesorar e informar al paciente sobre las herramientas que existen para
dejar de fumar e identificar a las personas fumadoras y proponer su
derivación a los servicios médicos en caso de cumplir con los requisitos
para acceder a estos dos medicamentos, así como ofrecer apoyo en el
seguimiento del tratamiento». El farmacéutico recuerda que «el tabaco
crea una gran dependencia tanto física como psicológica y por eso es muy
complicado dejar de fumar».
De hecho, «solo un 25% de quienes lo
intentan de forma convencida lo consiguen y no vuelven a recaer», señala
López de Abechuco, quien apunta que «el tabaquismo es la primera causa
de muerte evitable en los países industrializados».
Los fármacos por sí mismos no son
suficientes, por lo que considera «necesario el apoyo de un profesional
durante los dos o tres meses que dura el tratamiento». De ahí que, el
Ministerio de Sanidad haya fijado que los medicamentos financiados se
receten de mes en mes y no el tratamiento completo de una sola vez, para
que el paciente tenga que volver al médico para que pueda evaluar su
progreso.
Las cifras del tabaco
En el quinquenio 2010-2014, se
produjeron en España 259.348 muertes atribuibles al tabaco, lo que
supuso una media anual estimada de 51.870 muertes. De estas muertes
atribuibles al tabaco, nueve de cada diez se produjeron en hombres. En
España, fuman de forma continuada 9 millones de personas, el 23,95% de
la población que es mayor de 15 años. A ellos hay que sumar otro 3%
adicional de fumadores ocasionales.
En lo que se refiere al consumo, España
es uno de los países de la Unión Europea cuya media de cigarrillos
consumidos al día por fumador es más baja, situándose en 11,7
cigarrillos al día, mientras que la media de la Unión Europea es de 14,1
cigarrillos diarios.
La dificultad para abandonar el hábito
del tabaco se ilustra fácilmente por el hecho de que es el que tiene
peor índice de eficacia entre los tratamientos de deshabituación de
drogas de abuso, como alcohol, opiáceos o cocaína, entre otras
sustancias. Tal y como recoge el Informe Técnico de Deshabituación
Tabáquica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, durante el
último año, un 18,7% de los fumadores diarios hizo al menos un intento
de abandonar el tabaquismo, con porcentajes prácticamente idénticos
entre varones y mujeres.
Al margen de los propios fumadores, el
consumo de tabaco también tiene efecto en personas no fumadoras que
están expuestas al humo del tabaco. El humo más peligroso para el no
fumador es el de corriente secundaria, que supone el 85% del humo
generado por los fumadores y que, a diferencia del humo de corriente
principal, no es filtrado por ningún filtro o por los pulmones del
fumador activo. Convivir con un fumador aumenta el riesgo de cáncer de
pulmón en un 30% para el no fumador, y el de muerte de origen cardíaco
en un 25%.
Fuente: Correo de Burgos