domingo, 23 de febrero de 2014

UN URBANISMO SIN CABEZA

Urbanismo low cost

Me ha decepcionado el resultado que se va viendo de la obra de remodelación de la avenida de Cantabria. Me esperaba otra cosa. Se habló de renovar un espacio urbano supuestamente ajado por el tiempo para mejorarlo y ahora nos encontramos con que alguien ha decidido que las aceras sean de asfalto, como las del bulevar. Pues vaya mejora. Para ese viaje no hacían falta alforjas. Los dos millones de euros que cuesta la broma me parecen caros para una obra que supone quitar baldosas, bordillos y mobiliario urbano y recortar jardines. Por lo menos el plazo de ejecución de las obras, seis meses, está ajustado, porque seguramente será innecesario más tiempo.

Las aceras de asfalto son el epítome del urbanismo low cost, un saldo que viene, además, con la ventaja de que permite al Ayuntamiento olvidarse de reponer las baldosas deterioradas. Aunque eso ya lo viene haciendo de todas formas. No hay más que darse un paseo para ver la falta de mantenimiento de las aceras, por ejemplo en la zona sur. O en Gamonal, y vuelvo a poner el mismo ejemplo de siempre: las calles Lavaderos y Doña Constanza, el paraíso de los baches y las baldosas rotas.

Más hubiera valido con esos dos millones de euros haber dado un repaso a la avenida de Cantabria en sus mismas aceras y su mobiliario urbano tan antiguos, según algunos, haber asfaltado la carretera en condiciones y dedicar el dinero que sobrase en colocar nuevos pasos de cebra y semáforos para hacerla más permeable a los vecinos y, sobre todo, evitar que siga siendo una autopista interior por la que si conduces a 50 por hora te pasan por encima esos fitipaldis que tanto abundan.

Pero, una vez más, el sentido común y las obras públicas han ido descoordinados. Si esa era la idea también en el bulevar de Gamonal me alegro de que el alcalde haya renunciado al proyecto. Por mucha falta que haga una intervención en la calle Vitoria siempre estará mucho mejor ahora que castigada a una acera cutre de asfalto, como les ocurrió a los vecinos de Villa Pilar a los que el Ayuntamiento, obligado por sentencia judicial, les tuvo que poner una acera y les endosó la más barata. ¿Adivinan de qué tipo?

Ricardo García Ureta    

Fuente: Correo de Burgos