sábado, 27 de abril de 2013

RAJOY VUELVE A MENTIR A LOS ESPAÑOLES

Vamos a contar mentiras tra-la-rá...

Amador G. Ayora (director de elEconomista)

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El alza de impuestos hace perder toda credibilidad al plan de reformas que presentó Moncloa.
Después de conocer el Plan Nacional de Reformas del Gobierno, tengo la impresión de que es más de lo mismo. No sé si el presidente Rajoy lo desconocía o se ha modificado en el último momento. Hace unos días aseguraba en el Congreso que no contenía nuevos impuestos, pero no es así. Se prorroga la subida de la tributación del ahorro en el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF), se suprimen más deducciones empresariales, se elevan los impuestos especiales al tabaco y al alcohol y se introduce otro sobre depósitos a la banca. Si esto no es subida de impuestos... Las mentiras tienen las patas cortas.
Rajoy mintió en campaña cuando prometió reducir la carga impositiva y ahora vuelve a las andadas. Sólo con eso, las medidas pierdan su credibilidad. ¿Quién va a confiar en que reduzca las duplicidades en la Administración o impulse la licencia de mercado único para operar en toda España si es incapaz de mantener su palabra en un asunto tan cercano al ciudadano como los impuestos?
Y lo que es peor. ¿Alguien se fiará de las previsiones oficiales, que apuntan a que la economía crecerá el año viene, después de tanto fiasco seguido? El Ejecutivo en pleno, con el titular de Exteriores, José Manuel García Margallo, a la cabeza se ufanan con la marca España, pero ni siquiera logran ser creíbles dentro de su país.
No hay más que observar la cara de funeral que lucían ayer los ministros de Economía, Luis de Guindos, y de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la presentación del plan de reformas. Viéndolos, uno puede pensar que no se lo creen ni ellos. Rajoy eludió designar a un vicepresidente que tutelara la salida de la crisis y su política económica desafina porque las diferencias entre Montoro y Guindos se agrandan cada día que pasa.
Es una pena. Se ha perdido una oportunidad de oro para intentar convencer al ciudadano del esfuerzo que el Gobierno ha hecho en poner punto y final a los recortes severos, como lo muestra el aplazamiento de la consecución del objetivo de déficit durante dos años más, con el visto bueno de Bruselas. En lugar de concentrarse en poner en valor la relajación de los ajustes para facilitar el crecimiento, se vuelve a la carga con los impuestos, con la patraña de que son "equilibrados" y se aplican de manera cuidadosa para "no dañar el crecimiento", según Montoro. Antes nos había asegurado que el nuevo impuesto a la banca carecía de "afán recaudatorio". Entonces, ¿para qué lo pone? Este hombre debe de creer que todos nos chupamos el dedo.
Que se lo explique a cualquier ciudadano que haya puesto sus ahorros en un depósito a dos años y un día porque Hacienda prometió que la fiscalidad volvería a la normalidad en 2014. Eso es un alza de impuestos en toda regla.
En cuanto a las reformas, se promete acelerarlas, pero la impresión es que pueden quedar en agua de borrajas, como los planes de estabilidad de Zapatero, ya que ni siquiera se pone fecha de ejecución a cada programa. Así, se pretende ahorrar 8.000 millones adicionales en la Administración, pero nadie da ni un sólo detalle de cómo, cuándo o en qué, mientras sigue sin existir una iniciativa para eliminar duplicidades.
Una de las propuestas más sorprendentes es la dotación de un fondo con 40.000 millones para las pymes. Tampoco el Gobierno es capaz de desgranar su funcionamiento. Al parecer, 20.000 corresponden a créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) puestos ya en marcha a un tipo de interés prohibitivo, alrededor del 8 por ciento, y otros 10.000 los aportará la banca saneada. El problema es que las entidades se llaman a andana y el propio Guindos reconoce que "la banca no tiene dinero para este programa". Botín se queja de que Guindos les obliga a poner 8.000 millones para reflotar las antiguas cajas. Otra prueba de la gigantesca descoordinación es que ni siquiera echa a andar la Ley de Emprendedores, que lleva dando tumbos desde el comienzo de la legislatura.
El programa tiene aspectos positivos, como el plan de desvinculación de las pensiones y de los contratos públicos al Índice de Precios al Consumo (IPC). Algo que ya se aplica a los salarios. Pero como se trata de una medida impopular, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría eludió explicar su alcance futuro, al igual que el titular de Hacienda. El Gobierno también deja para más adelante el recorte de la prestación por desempleo de 24 a 18 meses o el alargamiento de la vida laboral a los 67 años. Pese a que el déficit de la Seguridad Social alcanzará 14.000 millones este año. El déficit autonómico será una fuente de conflictos, porque Montoro parece empeñado en negociarlo a la carta, tras elevar en medio punto el objetivo para este año.
En conclusión, 2015, la próxima cita electoral, se echa encima sin garantías de que la economía vaya a funcionar y cree empleo suficiente, según el documento. Rajoy ha perdido otra oportunidad de hacer reformas de verdad para impulsar el crecimiento.
Fuente: elEconomista.es