viernes, 18 de enero de 2019

UN MAL ALCALDE

Lacalle emplea la táctica del ‘Y tú más’ para justificar su uso partidista del Ayuntamiento

El alcalde de Burgos, el ‘popular’ Javier Lacalle, ya nos tiene acostumbrados a imponer sus criterios personales a los del interés general y también a no saber reconocer sus errores y esconderlos tras campañas de humo o, como el caso que nos ocupa, ante cutres ataques que enturbian el valor constitucional de las instituciones.
Esta semana, Lacalle recibía en Alcaldía, y rodeado de toda su agrupación, al presidente del PP de Castilla y León y candidato a la Presidencia de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, con el único fin de ofrecer una comparecencia política ante los medios de comunicación.
La acción le ha costado al regidor municipal no pocos reproches, especialmente del Partido Socialista y de Ciudadanos, desde cuyas filas se le ha recriminado un “uso partidista” e “interesado” de la Institución local.
Acorralado ante las críticas y lejos de reconocer su error, y demostrando una vez más su forma de ser, Lacalle se esconde ahora ante la táctica del ‘Y tú más’ para tratar de justificar lo injustificable.
Desde que las críticas aflorasen, el Partido Popular de Burgos ha iniciado una campaña en redes sociales y comunicados de prensa contra el Partido Socialista en la que, a través de fotografías, se hace eco de visitas que líderes del PSOE han realizado a otras instituciones en el pasado.
Lo que Javier Lacalle y el PP obvian es que es de este tipo de campañas de las que está harta la ciudadanía y con ellas únicamente se incrementa el malestar que existe hacia una gestión, la del actual alcalde, que no ha dejado indiferente a nadie, y para mal, en la ciudad.
Ningún partido político debería poder hacer un uso partidista, de intereses personales, de ninguna institución. Para eso ya existen las sedes de los grupos políticos o cualquier otro emplazamiento privado en el que se quiera reunir, convocar a los medios de comunicación o realizar un mitin.
Ningún partido político debería tampoco justificar este tipo conductas con las acciones, seguramente también equivocadas, que otras formaciones hayan podido realizar en el pasado en este mismo sentido.
Lo que demanda la sociedad en un momento como el actual es menos arrogancia y prepotencia y más reconocer los errores, ser conscientes de que se gobierna para el pueblo y no para garantizar el futuro político de aquellos que no tienen ni oficio, ni beneficio.
La conducta de Javier Lacalle y los suyos debería servir para gritar ‘¡Basta ya!’ de líderes rancios y políticas caciquiles y suponer un punto de inflexión para de, desde lo constitucionalmente permitido, hacer política para la gente.
Fuente: Canal54.es