Lacalle emplea la táctica del ‘Y tú más’ para justificar su uso partidista del Ayuntamiento
El alcalde de Burgos, el ‘popular’ Javier Lacalle, ya nos tiene
acostumbrados a imponer sus criterios personales a los del interés
general y también a no saber reconocer sus errores y esconderlos tras
campañas de humo o, como el caso que nos ocupa, ante cutres ataques que
enturbian el valor constitucional de las instituciones.
Esta semana, Lacalle recibía en Alcaldía, y rodeado de toda su
agrupación, al presidente del PP de Castilla y León y candidato a la
Presidencia de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, con el único fin de
ofrecer una comparecencia política ante los medios de comunicación.
La acción le ha costado al regidor municipal no pocos reproches,
especialmente del Partido Socialista y de Ciudadanos, desde cuyas filas
se le ha recriminado un “uso partidista” e “interesado” de la
Institución local.
Acorralado ante las críticas y lejos de reconocer su error, y
demostrando una vez más su forma de ser, Lacalle se esconde ahora ante
la táctica del ‘Y tú más’ para tratar de justificar lo injustificable.
Desde que las críticas aflorasen, el Partido Popular de Burgos ha
iniciado una campaña en redes sociales y comunicados de prensa contra el
Partido Socialista en la que, a través de fotografías, se hace eco de
visitas que líderes del PSOE han realizado a otras instituciones en el
pasado.
Lo que Javier Lacalle y el PP obvian es que es de este tipo de
campañas de las que está harta la ciudadanía y con ellas únicamente se
incrementa el malestar que existe hacia una gestión, la del actual
alcalde, que no ha dejado indiferente a nadie, y para mal, en la ciudad.
Ningún partido político debería poder hacer un uso partidista, de
intereses personales, de ninguna institución. Para eso ya existen las
sedes de los grupos políticos o cualquier otro emplazamiento privado en
el que se quiera reunir, convocar a los medios de comunicación o
realizar un mitin.
Ningún partido político debería tampoco justificar este tipo
conductas con las acciones, seguramente también equivocadas, que otras
formaciones hayan podido realizar en el pasado en este mismo sentido.
Lo que demanda la sociedad en un momento como el actual es menos
arrogancia y prepotencia y más reconocer los errores, ser conscientes de
que se gobierna para el pueblo y no para garantizar el futuro político
de aquellos que no tienen ni oficio, ni beneficio.
La conducta de Javier Lacalle y los suyos debería servir para gritar
‘¡Basta ya!’ de líderes rancios y políticas caciquiles y suponer un
punto de inflexión para de, desde lo constitucionalmente permitido,
hacer política para la gente.
Fuente: Canal54.es