Maldito parné
El debate sobre los sueldos de concejales y diputados, y su afán por garantizarse cuatro años cómodos y saneados, vuelven a sonrojar a los burgaleses
Hablar
de dinero, dicen, es de mal gusto. Sin embargo, un regusto amargo es lo
que se le queda a una, y no digamos ya a los ciudadanos, cuando se
ponen negro sobre blanco las retribuciones y dietas que van a recibir
los recién nombrados corporativos burgaleses. Sobre todo cuando las
mismas se constituyen en tema prioritario de la negociación de gobierno y
solo se cuestionan si sirven como arma política arrojadiza.
El
error del área de Personal del Ayuntamiento de Burgos, reconocido por la
propia jefa del servicio, no solo ha dejado al equipo de Gobierno del
PSOE de pardillos (a quién se le ocurre mantener en el orden del día las
retribuciones si, como dicen, se había detectado el fallo, a sabiendas
de que tienen enfrente a Javier Lacalle), sino que además ha permitido
desviar la atención de dos cuestiones de interés.
Por un lado,
que el Partido Popular haya apostado por un único liberado, que no es su
portavoz, sino el edil que menor carga de trabajo asumirá a tenor del
reparto de responsabilidades realizado por la propia formación, César
Barriada. El PP vuelve a confiar la mayor parte del trabajo en Carolina
Blasco, que de nuevo queda sin dedicación exclusiva, en su faceta de
«superwoman», como la calificaban algunos ediles del anterior mandato.
Por
otro, la petición de Vicente Marañón de revisar las retribuciones a
concejales, por considerarlas demasiado austeras en comparación con lo
que cobran ediles de municipios de similares dimensiones al de Burgos.
El portavoz de Cs está dispuesto a liberarse, pero solo en unas
condiciones más favorables, algo en lo que coincide con su compañero
Lorenzo Rodríguez, diputado provincial.
Rodríguez ha conseguido
sacarle a César Rico la Vicepresidencia Primera, con una «tarifa
especial» (de 63.300 euros frente a los 72.700 del alcalde Daniel de la
Rosa o los 84.900 del presidente Rico), como le gusta decir al
socialista David Jurado, quien por cierto compatibilizará su dedicación
exclusiva en la Diputación con su responsabilidad de concejal de
Hacienda, sumando liberación provincial y dietas municipales.
En
todas las casas cuecen habas, y en la mía a calderadas. El refranero
popular siempre suele estar muy atinado y los políticos deberían tenerlo
en cuenta antes de cuestionar la paja en el ojo ajeno, sin ver la viga
del propio. Cuidado que vienen cuatro años de curvas 'populares' que no
dejarán pasar ni un desliz al PSOE, en el Ayuntamiento, y parecen
dispuestas a dar cuerda a Cs, en la Diputación, hasta que se ahorquen
solos.
Fuente: burgosconecta.com