Bochorno
La oposición bloqueante llega para quedarse en el Ayuntamiento de Burgos ante un PSOE anclado en el buenismo
Bochorno.
Y el calor no tiene nada que ver con esta sensación. Un mes ha sido
suficiente para que los partidos de centroderecha de Burgos marquen sus
líneas políticas. Y han optado por la oposición bloqueante, la de la
imposición. Una oposición que juega con las medias verdades, algo
faltona e irreverente, en algunas ocasiones, con la institución a la que
representa. Una oposición liderada por el PP de las lecciones, con el
Ciudadanos de las salidas de tono y el Vox del silencio cómplice, del
cooperador necesario para ejecutar la acción de bloqueo.
Las
tres fuerzas hacen frente común contra el equipo de Gobierno del PSOE,
que dicho sea de paso, parece haber llegado al Ayuntamiento cubierto con
una pátina de buenismo, bajo la esperanza de encontrarse con una
oposición «responsable». Nada más lejos de la realidad. Lo que tiene
enfrente es una bancada que se duele del juego político que ellos mismos
practican cuando se les vuelve en contra; una oposición con la piel muy
fina, pero que tira a dar con flechas cargadas de veneno, y oscila
entre el acoso y derribo y el me enfado y no respiro.
PP
y Cs, con Vox de apoyo por solidaridad, bloquearon el pasado jueves la
convocatoria del Servicio de Movilidad y Transportes (Samyt), exigiendo
disculpas públicas del PSOE por unas declaraciones políticas, plagadas
de «insultos», «infamias» y «descalificaciones», a juicio de las
formaciones dolidas. Y amenazan con repetir la hazaña, pero que nadie le
pregunte al PP de Javier Lacalle por qué se ha desmarcado del acuerdo
político en el Parque de Artillería, ni que se ose acusarles de
desleales con el equipo de Gobierno.
Sin embargo, lo más
bochornoso de la pasada semana ha sido, una vez más, la polémica abierta
por las dedicaciones exclusivas de los concejales y la revisión al alza
de las retribuciones. Ha sido Ciudadanos, a través de Vicente Marañón,
quien ha intentado ponerle el cascabel al gato, porque hablar de subida
de sueldos no es políticamente correcto. Sin embargo, ha sido un quiero y
no puedo, pretendiendo que el PSOE diese la cara, «asumiese el coste
político», ha reconocido Marañón, encubriéndolo de «liderazgo» de
Gobierno.
Seguimos sin acuerdo en el Ayuntamiento, con un alcalde
que acaba de cumplir un mes en el cargo pero no recibe retribución
alguna, y a la espera de que los grupos lleguen a un consenso. Mientras,
se cruzan las recriminaciones, se pierden los nervios, se levanta la
voz, se abusa del ataque personal y se dan «consejillos», del PP al
PSOE, como ocurrió en el pleno. Y es que, tras el 'se levanta la
sesión', llegaron los corrillos, las broncas y los enfrentamientos, que
dejaron también imágenes bochornosas. Eso sí, para algunos esto es
precisamente la sal de la política. Fíjense ustedes.
Fuente: Burgosconecta.com