Por Carolina R. Tenaz
Los Sampedros del PP son más unas fiestas patronales que unas fiestas populares. Toros, peñas, y casetas de pinchos, conforman el pivote, casi monopolio, en torno al cual se programan unas fiestas que dejan al margen a gran parte del tejido social y asociativo de la cuidad.
En los sampedros no parecen encontrar acomodo alguno colectivos que son motores sociales de la ciudad. Que las fiestas promuevan las identidades no problemáticas no es un fallo atribuible en exclusiva a los Lacalle’s boys and girls, a ellos les va bien restringiendo al máximo la participación ciudadana. Siguen controlando de este modo el guión, y la puesta en escena de la ciudad en unas fechas importantes. Dicho de otra manera, siguen controlando el imaginario colectivo del burgalesismo, en su cita anual de puesta de largo. La inevitable caspa enarbolada en nombre de la tradición de las reinas, himnos, autoridades y vírgenes profanadas por el humo de las farias en las corridas de toros, no encuentra contrapunto alguno. El Burgos alternativo no se encuentra por ningún lado, y queda claro que en esta categoría no cuento ni con los macrobotellones municipales como el Parral, ni con los espontáneos a orillas del Arlanzón, igualmente bendecidos por Lacalle.
El caso es que, desde el Burgos que proclama desear un cambio, del que este blog forma parte, no se ha hecho prácticamente nada. Ni siquiera Imagina Burgos, si es que coincide en el diagnóstico, parece haberse preocupado ni ocupado del asunto. Bastaba con aplicar los principios del buen funcionamiento de la política que en teoría rigen en IB, como el de la participación ciudadana a algo, en el fondo tan político, como las fiestas de la ciudad.
Fuente: Burgosdijital