martes, 28 de enero de 2014

CANSADOS DE LOS POLÍTICOS

Desobediencia

La actual clase política se parapeta en la democracia para gobernar de forma déspota. Pone a su servicio los mecanismos que le ofrece el sistema, manipulados a su antojo con todas las bendiciones legales, para perpetuarse en el poder. Ese y no otro es el afán de sus días de vino y rosas. 

De rodillas ante el poder financiero y los cientos de caciques locales que succionan con su avaricia hasta la última gota de sangre de una mayoría silente, se convierten en burdas marionetas desprovistas del menor atisbo de moralidad. Siempre prestas a lamer la mano de su amo para no soltar una poltrona que las más de las veces es su único medio de sustento por carecer de oficio ni beneficio. Temerosas de desatar la ira del semidiós que les arroja las migajas no tienen ningún empacho en desoír los gritos de sus ciudadanos para favorecer los intereses de sus patrocinadores. Todo ello potenciado con la inestimable colaboración de medios de comunicación al servicio de la causa, que lejos de fomentar posiciones críticas en el público parecen más entregados a la tarea de adornar las bondades del régimen, contribuyendo a la generalización de conductas apáticas y serviles. 

Ante esta situación muy pocas son las alternativas que tienen los ciudadanos de a pie más allá del recurso a la pataleta o a la protesta puntual por una acción de gobierno que le afecta directamente. Al menos hasta que algún acontecimiento, por nimio que pueda parecer en principio, actúe como chispa que desate una revolución latente a la espera de la más mínima oportunidad para estallar en un incontenible grito de rabia. 

Gamonal ha abierto brecha. Ha mostrado el camino a miles de españoles hasta ahora entregados a la resignación. La recuperación de una voz que parecía dormida ha permitido recobrar por un instante la dignidad a unas almas abatidas e indolentes. Pero no puede quedar ahí. Lo conseguido debe suponer tan solo un punto de partida de una lucha que se debe librar día a día. Sin bajar los brazos. Con la cabeza bien alta. Y la frente erguida. 

La democracia que dicen defender da la espalda al pueblo, cuyo único derecho parece ser el de votar cada cuatro años.   Si quienes nos gobiernan son incapaces de escuchar la voz del pueblo, si hacen oídos sordos a las necesidades básicas de sus representados y se obstinan en llevar a cabos acciones puramente ornamentales, es el momento de dar un paso adelante. De tomar la palabra. Una buena fórmula puede ser la desobediencia civil.

Daniel Ortega Cebrecos

Fuente: Correo de Burgos