Una jornada sin trenes que atender
Con seis empleados en nómina y gastos corrientes continuos, la inoperativa estación de ferrocarril de Aranda apenas reporta «3.000 euros» al año por la venta de billetes
Desde la nostálgica llegada del Tren de las Edades del Hombre a Aranda y a la espera de que el Ministerio de Fomento dé luz verde a la reanudación de la línea Madrid-Aranda-Burgos para el tráfico de mercancías, la inactividad marca el día a día de los seis empleados de Adif destinados en la la estación de ferrocarril.
Sin novedades ni sobresaltos, en la solitaria línea férrea que pasa por El Montecillo la rutina no varía y los turnos son ociosos, sin nada que hacer salvo atender, «como mucho una vez a la semana», a algún cliente que se acerca a comprar el billete de un tren que, de momento, no pasará por Aranda. Y se acabó. La jornada laboral se reduce a eso, a esperar que acabe el turno matando el tiempo.
No hay cambios de agujas que engrasar ni trenes a los que dar la salida ni equipajes que facturar. No hay que estar pendientes de reflejar en las pantallas informativas el retraso de algún convoy. Ni siquiera hace falta encender las luces de la sala de espera al atardecer. Como no pasan trenes es inútil realizar trabajos habituales en cualquier otra estación. Los seis empleados, una vez completadas las tareas rutinarias, matan el tiempo como pueden. Nadie controla el resultado de sus jornadas laborales.
Pero de puertas para fuera no hablan de su trabajo. Impera la ley del silencio, pues se requiere «autorización para cualquier comunicación», tal y como asegura un empleado vía telefónica. Sin embargo, según ha podido saber este periódico, la estación genera unos costes anuales de varios miles de euros entre salarios, gastos de luz, calefacción o agua. Frente a este desorbitado gasto, los ingresos obtenidos de la venta de billetes resultan anecdóticos: «3.000 euros al año como mucho», de acuerdo a las mismas fuentes. La situación es de sobra conocida en las áreas de Tráfico y Recursos Humanos de Valladolid y Bilbao, respectivamente, pero de momento nadie mueve ficha.
¿Por qué mantener entonces seis puestos de trabajo en una estación con nula rentabilidad? La lógica ordenaría trasladar a los empleados a otros destinos y cerrar definitivamente la estación, pues supone un gasto de dinero y de recursos humanos. Sin embargo, cientos de arandinos defienden a través de una plataforma la recuperación del tren que pasa por Aranda porque están convencidos de que cerrar definitivamente la estación supondría la puntilla para una línea férrea cuestionada. La principal opción de dicha línea sería el tráfico de mercancías, favorecido por la puesta en marcha del tan traído y llevado ramal ferroviario, en competencia con la enorme flota de camiones que realiza ese trabajo. De hecho, la propia estación cuenta con un área de contenedores destinada al transbordo de material del tren al camión y del camión a las fábricas.
Por otra parte, el cambio de agujas establecido en El Montecillo también se ha convertido en una inversión a fondo perdido en la que se han gastado millones al no haberse puesto nunca en funcionamiento porque no hay trenes. Y es que en el entorno de La Ribera y Arlanza, a día de hoy, tan solo se mantiene operativo el servicio en la estación de Lerma mediante control telefónico.
Fuente: Correo de Burgos