miércoles, 28 de agosto de 2013

CADA VEZ MÁS SORPRESAS CON LOS AUTOBUSES

El Samyt abortó la privatización de Autobuses cocinada en 2009

Á.M / Burgos - miércoles, 28 de agosto de 2013
En silencio. Se creó un grupo de trabajo que negoció con el comité de empresa la continuidad de la plantilla y se encargaron informes jurídicos, pero no trascendió. Se persiguió una sociedad pública con participación empresarial

La privatización del servicio de Autobuses Urbanos no es una paranoia instalada en la bancada de la oposición. Ni el hombre del saco que sale a pasear cada vez que la iniciativa privada pone una pica en lo público. Ni el oscuro objeto de los deseos de un equipo de Gobierno de siglas conservadoras. En el Burgos real, la privatización del servicio de Autobuses Urbanos es algo que estuvo a punto de suceder en el año 2009.
Durante más de medio año se cocinó un acuerdo con el comité de empresa, se solicitaron los informes jurídicos que encuadraran la operación y se dejó todo listo para que alguien tomara la decisión. Eso ocurrió entre 2008 y 2009, pero el mutismo que se impusieron las partes implicadas y, sobre todo, la posterior decisión de dejar la transformación en «stand by» evitaron que la planificación que pesaba sobre el por entonces Servicio Municipalizado trascendiera al dominio público.
De que aquello existió y fue serio dan fe el actual presidente del Samyt, Esteban Rebollo, su predecesor en el cargo, Diego Fernández Malvido, y el actual presidente del comité de empresa (y por entonces secretario), Luis Crisantos.  Empezando por el último, el líder sindical recuerda que «se elaboraron todos los informes jurídicos necesarios para hacerlo en torno al 2009, y con esa finalidad se creó un equipo de trabajo dentro del propio Consejo».
Fernández Malvido contextualiza más la cuestión y confirma que tanto él como el por entonces gerente, Enrique Llames, lideraron las negociaciones con los trabajadores, con los que se alcanzó un principio de acuerdo para proceder a la «‘externalización’» del servicio. «Se trataba de emular lo que habían hecho la mayoría de las ciudades: crear una empresa pública pero participada por la empresa privada. El Ayuntamiento seguiría teniendo un control sobre los precios y las líneas, pero también estaría obligado a dirigir una subvención directa a la empresa mixta para que fuese rentable», recuerda Fernández Malvido.
De hecho, y pese a que no se dio el paso definitivo, Crisantos asume que hay decisiones que han resultado ser muy trascendentes para Autobuses que se tomaron en aquella época y que, a su juicio, abocaban al Servicio a constituirse en empresa, fuere cual fuere su fórmula última. «Entiendo que el rénting iba encaminado a una ‘externalización’, igual que la no convocatoria de oposiciones para cubrir las vacantes», razona. Otro caso subsidiario, y coetáneo, de aquellos movimientos fue el contrato para ampliar a la totalidad de la flota el mantenimiento a cargo de las mismas empresas responsables del rénting.
La pregunta es por qué no se hizo. Fernández Malvido recuerda que cuando se reestructuró el equipo de Gobierno (salía Marisol González y entraba Esteban Rebollo) se le comunicó en una reunión del Grupo municipal que, puesto que él iba a asumir Cultura y que Rebollo llegaba para hacerse cargo del Samyt, sería el nuevo edil el que dirigiera el proceso. «Y no supe más», termina el exconcejal ‘popular’, poco dado a hablar de su paso por la vida pública local.

Las consecuencias

Crisantos tampoco sabe por qué finalmente el asunto quedó dormido, pero el que sí tiene las respuestas es el propio Rebollo. «Se valoraron los pros y los contras y se decidió dejarlo en stand by. Desde entonces no se ha vuelto a hacer nada ni en un sentido ni en otro». Las ventajas que se detectaban para la administración pasan por los argumentos bien conocidos cuando se trata de comulgar con la empresa privada: ahorrar costes.
Uno de los implicados en aquel proceso, que prefiere mantenerse al margen de la polémica, sí reconoce que «los precios iban a subir porque, se diga lo que se diga, en Burgos son baratos, y parece obvio que habría una eliminación de líneas y la consecuente optimización de la plantilla». Vamos, que iba a haber un ahorro de costes en personal y en las dimensiones del servicio y se preveía, de postre, subir los precios.
Quizás esos fueron los contras que, a menos de dos años vista de unas elecciones, dieron con el proyecto de privatización en el olvido. «Lo cierto es que por entonces teníamos una flota de las más jóvenes de España y no vimos la necesidad de hacerlo y de ceder parte de la soberanía del Ayuntamiento sobre el Servicio porque no teníamos urgencias», argumenta el propio Rebollo. O más claro. Había un Servicio joven y que funcionaba bien y no existían argumentos digeribles para los burgaleses como para defender el proceso de transformación con garantías.
Sin embargo, hoy esa radiografía de Autobuses no es la misma. Los vehículos empiezan a ser viejos (la edad media de la flota propia es de 11,6 años) y el contrato del rénting expira en 2016. Llegado ese momento, la propiedad se llevará los 27 autobuses que trajo a Burgos o, si se alcanzara un acuerdo, accederá a venderlos o a ampliar el acuerdo, pero en ambos supuestos eso costará dinero, y no será poco.
«Yo volveré a pedir dinero este año para comprar autobuses porque los hay que ya son muy viejos. A partir de ahí ya no sé qué pasará cuando se configure el presupuesto, pero creo que no se deberían tomar decisiones que obliguen al próximo gobierno cuando hay unas elecciones en 2015 y el rénting dura hasta 2016», zanja Rebollo.
La decisión, por tanto, no parece estar tomada. En ningún sentido.
Fuente: Diario de Burgos