Donde dije digo, digo Diego
EL CALENDARIO lo ha querido así. Casualmente la anterior columna de opinión de esta ‘juntaletras’ se publicaba dos semanas antes de las elecciones, ésta, dos semanas después. Mi pensamiento poco ha cambiado en estos treinta días pero he de reconocer que el actual escenario político se presenta de lo más interesante. Y quien diga lo contrario, miente. Admito que los comicios del pasado 24 de mayo generaron en mí una expectación hasta el momento desconocida. Los resultados, aún más, pero es el puzzle corporativo el que centra ahora toda mi atención.
Después de aquel día y una vez que la resaca electoral se ha convertido en un ligero ‘runrún’ en la cabeza, nos vemos inmersos en un mar de llamadas telefónicas, de reuniones, whatsapps y correos electrónicos que buscan encontrar un compañero- o más- para un camino de cuatro años.
Nos adentramos en una dinámica de ‘líneas rojas’ que se han borrado por arte de magia. Mientras que hace cuatro semanas, todas las formaciones proclamaban a los cuatro vientos que no habría pactos a cualquier precio, hoy me encuentro con que todo es discutible, todo el mundo es flexible y que las famosas ‘líneas rojas’ se han convertido en ‘líneas discontinuas’.
Partidos de nuevo ingreso que durante campaña recordaban las ‘maldades’ de las llamadas grandes formaciones y apelaban a una ruptura del bipartidismo, ahora juegan al Tetris por toda la geografía española para acceder al Gobierno.
No me olvido de los ‘veteranos’, que se han pasado meses alertando de la irrupción de partidos conformados por ‘radicales’, que son la ‘marca blanca del PP’, que no tienen experiencia, que carecen de la capacidad suficiente para gobernar o que son puros ‘populismos’. Pero cuidado, ahora se convierten en la mejor opción para no perder la silla o para alcanzar a sentarse en ella.
Yo no entiendo nada. A mi que me lo expliquen. Ahora bien, lo que yo me pregunto es qué pensarán sus votantes de todos estos vaivenes, de todos estos ‘Donde dije digo, digo Diego’.
Después de aquel día y una vez que la resaca electoral se ha convertido en un ligero ‘runrún’ en la cabeza, nos vemos inmersos en un mar de llamadas telefónicas, de reuniones, whatsapps y correos electrónicos que buscan encontrar un compañero- o más- para un camino de cuatro años.
Nos adentramos en una dinámica de ‘líneas rojas’ que se han borrado por arte de magia. Mientras que hace cuatro semanas, todas las formaciones proclamaban a los cuatro vientos que no habría pactos a cualquier precio, hoy me encuentro con que todo es discutible, todo el mundo es flexible y que las famosas ‘líneas rojas’ se han convertido en ‘líneas discontinuas’.
Partidos de nuevo ingreso que durante campaña recordaban las ‘maldades’ de las llamadas grandes formaciones y apelaban a una ruptura del bipartidismo, ahora juegan al Tetris por toda la geografía española para acceder al Gobierno.
No me olvido de los ‘veteranos’, que se han pasado meses alertando de la irrupción de partidos conformados por ‘radicales’, que son la ‘marca blanca del PP’, que no tienen experiencia, que carecen de la capacidad suficiente para gobernar o que son puros ‘populismos’. Pero cuidado, ahora se convierten en la mejor opción para no perder la silla o para alcanzar a sentarse en ella.
Yo no entiendo nada. A mi que me lo expliquen. Ahora bien, lo que yo me pregunto es qué pensarán sus votantes de todos estos vaivenes, de todos estos ‘Donde dije digo, digo Diego’.
Fuente: Correo de Burgos
