Triple de paro con doble de deuda
Entre 2008 y 2012, los recortes han deteriorado la economía
real, mientras las cifras macroeconómicas continúan dando muestras de
anemia y tan sólo el déficit público parece estar en vías de contención.
España encara 2013 con los principales indicadores macroeconómicos en una clarísima situación de debilidad, fruto de cinco años de anemia económica y creciente asfixia financiera.
Con los vientos del crecimiento en contra; el desempleo desbocado; los
precios de la vivienda sin tocar suelo; la banca en pleno proceso de
reestructuración tras la llegada del rescate; el crédito estancado; y la
cifra de negocio en niveles anteriores a la crisis, el panorama del
nuevo año no es precisamente optimista.
Tampoco ayuda el incierto contexto europeo -la eurozona vive su
segunda recaída en la recesión- ni la amenaza de unos Estados Unidos al
borde del precipicio fiscal -combinación de subida de impuestos y
recorte de gastos- que podrían arrastrar al mundo a una nueva etapa de
contracción global.
En estos cinco años de crisis, la precariedad en España
-índice que incluye núcleos familiares con ingresos conjuntos iguales o
inferiores a 12.000 euros brutos anuales, además de familias sin
ingresos- atrapa ya al 43,7 por ciento de la población, y en estos momentos afecta a unos 20,6 millones de personas,
según los datos que manejan los Técnicos del Ministerio de Hacienda
(Gestha). Una situación estrechamente ligada a las rentas de los hogares
mileuristas, que son las que reciben 16 millones de asalariados, 2,9
millones de adultos sin ingresos y casi 1,7 millones de profesionales
autónomos.
Además, los españoles tienen el salario mínimo congelado desde
diciembre de 2011, y hasta entonces, la subida media acumulada desde
2008 les había dejado una revalorizacion global de apenas 82 euros al
mes. Las cosas no pintan mucho mejor para 2013, ya que el Gobierno de
Mariano Rajoy ha propuesto a los agentes sociales incrementar el salario
mínimo en un 0,6 por ciento, con lo que la retribución pasaría de
641,40 a 645,30 euros al mes. En la actualidad, este exiguo salario
mínimo es el que cobra más del 30 por ciento de los asalariados
existentes en nuestro país.
En paralelo a esta depresión de los salarios -que además ha
estancado el consumo-, en estos cinco años de crisis la tasa de paro se
ha triplicado: desde el 9 por ciento de desempleados que había
apuntados en las oficinas del Inem en enero de 2008, al más del 26 por
ciento de desocupados con que, previsiblemente, finalizará este
ejercicio, dado que en noviembre el paro afectaba ya al 26,2 por ciento
de la población activa.
La inflación, por su parte, anota ahora un moderado 2,9 por ciento,
pero hay que tener en cuenta que los precios al consumo acumulan desde
2008 una subida superior al 11 por ciento, contando con el 1,4 por
ciento de ese año, más el 0,8 por ciento de 2009, el 3 por ciento de
2010 y el 2,4 por ciento de 2011. A lo que hay que añadir el impacto en
precios de la subida del IVA, cuyo tipo general pasó del 18 al 21 por
ciento en septiembre pasado.
Mientras los sueldos se congelan, el paro campa por sus respetos,
los precios suben y aumentan los impuestos, ¿qué ha sucedido con la
vivienda tras el estallido de la burbuja inmobiliaria? Según Tinsa,
los pisos se han abaratado un 33,7 por ciento desde que comenzó la
crisis. El coste se había hinchado tanto durante la época de vacas
gordas, que los descensos han sido continuos desde el segundo trimestre
de 2008, cuando empezó a caer un leve 0,3 por ciento. De hecho, la
pérdida de valor de las viviendas, tanto nuevas como usadas, no ha
tocado fondo aún, tal como se deduce del dato del tercer trimestre del
año, cuando se registró el mayor descenso de precios desde 2007 (15,2
por ciento), según registra el Índice de Precios de la Vivienda (IPV)
publicado por el Instituto Nacional de Estadística. Hay expertos que
apuntan a que la crisis del sector inmobiliario podría incluso
recrudecerse, y que la creación del banco malo será uno de los factores
que contribuirá a ajustar todavía más los precios.
Marcapasos: déficit y deuda
Muchos
recordarán 2012 como el año del rescate tantas veces anunciado, siempre
pendientes de la evolución de la prima de riesgo. Un indicador al que
pocos hacían caso en 2008, cuando el 1 de enero marcaba 13 puntos, y al
que estos días se vigila a diario y que anda por los 390 puntos largos,
cuando no asusta acercándose peligrosamente a los 400.
Otros dos termómetros de la salud económica española, el volumen de deuda y déficit públicos,
llevan cinco años dando muestras de debilidad. Así, España debe hoy
380.180 millones más de los que adeudaba en 2008, lo que significa una
subida del 87 por ciento en cinco años, es decir, que en este lustro se
ha multiplicado por dos. La últimas cifras oficiales apuntan a que 2012
se cerrará con una deuda pública del orden de los 817.164 millones (el
77,4 por ciento del PIB). En 2008, el agujero en las cuentas era de
436.984 millones euros; poco más del 40 por ciento del PIB del país.
En consecuencia, el servicio de la deuda -el pago de los intereses- se ha acrecentado en 16.251 millones:
desde los 17.399 millones que suponía en 2008, a la factura de más de
33.650 millones que dejará este año, y los probables 42.000 millones en
2013.
En cuanto al déficit público, es la magnitud que más encauzada parece tener el Gobierno,
pese a que desde Bruselas dan por hecho que superará el 6,3 por ciento
del PIB comprometido, aunque sin rebasar en mucho el 7 por ciento. Aun
así, en estos cinco años de crisis, el desfase presupuestario español ha
crecido en 27.659 millones, si bien hay que tener en cuenta que tan
sólo en los últimos cuatro años de Gobierno socialista, el déficit se
duplicó: de los 48.000 millones en 2008 a los 101.438 millones en 2011.
Para este año, el Gobierno estima un desajuste final entre ingresos y
gastos de 76.556 millones, lo que significaría un 7,28 por ciento del
PIB y dejaría el déficit encauzado, al haber logrado reducirlo desde los
100.402 millones de 2011 (9,4 por ciento del PIB).
No obstante, el Producto Interior Bruto es, precisamente, otra
de las magnitudes que la crisis ha deprimido, de forma que encaja ya
una pérdida de 36.400 millones de euros (3,4 por ciento de caída en
cinco años). Este ejercicio, el PIB rondará los 1,050 billones de euros,
que es la marca que el Ministerio de Hacienda toma como base para sus
cálculos de déficit en los últimos informes mensuales de ejecución
presupuestaria del déficit.
Eso significa que España no recuperará este ejercicio los niveles de
riqueza alcanzados en 2008, cuando el PIB en términos nominales ascendió
a 1,087 billones.
Por lo que se refiere al crédito en manos de los españoles, es un
indicador que baja, mientras que los impagos suben. Como consecuencia,
la tasa de morosidad se dispara. Los bancos, cajas, cooperativas y
establecimientos financieros de crédito registraron en octubre 189.618
millones de euros en créditos considerados dudosos, lo que elevó la mora
al 11,23 por ciento del total concedido.
Las empresas del ladrillo, todavía en plena resaca de la burbuja
inmobiliaria, disparan los impagos de su sector al 26,4 por ciento. Muy
lejos queda el año 2006, cuando solo el 0,71 por ciento de lo que se
prestaba se convertía en dudoso. En total, había entonces en el sistema
de créditos 1,5 billones de euros prestados. En octubre de 2012, esa
misma cartera de préstamos sumaba 1,68 billones de euros.
Un panorama negativo que se completa con la previsión total de nuevos
créditos hipotecarios contratados, que para 2012 no superará las
450.000 operaciones. De acabarse el año en ese nivel, ello supondría una
caída de más del 70 por ciento con respecto a 2006, año de máxima
actividad. El importe total de los nuevos créditos suscritos en 2012
alcanzaría un valor de 70.000 millones de euros, es decir, apenas un 20
por ciento menos de los más de 328.000 millones de euros en 2006.
Fuente: elEconomista.es