El lanzamiento de los fuegos no respetó la distancia que ordena el Plan de Seguridad
Á.M-J.M. / Burgos - miércoles, 02 de julio de 2014
Al menos 20 metros. El plano que dictamina desde dónde se detonan sitúa el área designada mucho más lejos del puente de San Pablo de donde en realidad estaba
Burgos amaneció ayer haciéndose muchas preguntas sobre lo sucedido durante el lanzamiento de la sesión de fuegos artificiales del lunes, que fue abortada tras provocar un accidente en el que resultaron heridas 24 personas, cinco de las cuales permanecían al cierre de esta edición ingresados en el Hospital Universitario.
Ahora será el cruce de los diferentes informes (la empresa, el Ayuntamiento, el Tedax de la Policía Nacional...) el que debería esclarecer lo sucedido y acreditar si fue un desgraciado accidente fruto de la casuística siempre presente es un espectáculo pirotécnico o si, por el contrario, concurrió algún tipo de negligencia que pudo haberlo evitado.
Amén de sentenciar que el operativo de seguridad había funcionado a la perfección cuando todavía ni se conocía el alcance de los daños personales, el Ayuntamiento remitió en la tarde de ayer un comunicado en el que descargaba toda responsabilidad y ya apunta directamente a la empresa organizadora de la sesión, la murciana Hermanos Fernández.
Su «hipótesis de la causa probable del accidente», elaborada con «la información de que se dispone» establece la «posible explosión terrestre de un artificio en el interior del mortero (tubo de lanzamiento) por causas que se desconocen» que, a su vez, «pudo afectar a la estabilidad de otros morteros cercanos modificando su verticalidad, circunstancia que desencadenó la salida de un artificio de calibre 125 milímetros con un ángulo de lanzamiento no permitido». Los restos del artificio, como es sabido, cayeron sobre el puente de San Pablo, justo en el perímetro de seguridad.
En el mismo comunicado en el que se establece dicha «hipótesis», el Ayuntamiento sostiene que «todas las medidas de seguridad y emergencia que el Reglamento de Artículos Pirotécnicos y Cartuchería atribuye a la entidad organizadora, Ayuntamiento de Burgos, se cumplieron tal y como están establecidas en el Plan de Seguridad y Emergencia aprobado por la Subdelegación». Punto uno.
Y, punto dos, aseguran que «las distancias establecidas para el público con respecto a la ubicación de los artificios pirotécnicos superan en la mayoría de los puntos en más de 70 metros las exigidas por el Reglamento; para el artificio de mayor calibre empleado en la tirada, 96 metros distancia de seguridad para el público».
Las distancias del Plan
Cosa distinta es lo que se puede acreditar y que no corresponde exactamente con esa versión. Regresemos a la contundente afirmación de que se cumplió el Plan de Seguridad. En dicho documento está recogido el plano que marca exactamente dónde debe instalarse la zona de lanzamiento de los cohetes. Ese plano es crucial y respetarlo al milímetro también, puesto que es partir de ahí como se trazan todos los perímetros de seguridad.
Pues bien, según comprobó ayer este periódico y se acredita en las imágenes que acompañan estas líneas, la realidad no se corresponde con el plano. De hecho, la zona de lanzamiento está al menos 20 metros más cerca del Puente de San Pablo (en el que cayó la carcasa) que donde debería haber estado. Al mismo tiempo, está 15 metros más alejada del otro puente, el de Santa María. En la página dos del Plan de Seguridad se dice, literalmente, que el perímetro de la zona de lanzamiento «llega hasta los Cuatro Reyes», algo que en la realidad es falso y se puede comprobar in situ a simple vista porque se ha desplazado hacia San Pablo.
Sin embargo, y a pesar de que la zona de disparo sí se movió, el perímetro de seguridad se mantuvo como si estuviera donde el Plan decía que tenía que estar, así que se ‘achicó’ de forma notable el área protegida para los espectadores. ¿Y de cuánto tenía que ser ese área? Según destaca el Ayuntamiento, de 96 metros, porque a los 120 metros que, con carácter general, deben cumplirse según la legislación actual, hay que aplicar un índice corrector del 0,8 por las especiales características de este espacio. No obstante, en las propias bases para contratar las sesiones se incrementa esa distancia hasta los 125 metros y se obliga a las empresas a aceptar por escrito esta distancia como suficiente (cosa que la pirotécnica hizo a 24 de febrero de este año).
En relación al «artificio de mayor calibre empleado en la tirada», se recogió tanto en la documentación aportada por Hermanos Fernández como en el propio Plan de Seguridad que sería de 150 milímetros (y así consta en el expediente municipal). Según la norma que rige la celebración de espectáculos con artificios pirotécnicos realizados por expertos (complementaria número 8), cuando se utiliza ese calibre la distancia de seguridad del público es de 120 metros, que se quedarían en 96 a tenor del índice corrector que esgrime el Ayuntamiento.
Vigilancia
Otra variable por despejar es qué tipo de control se ejerce sobre el cumplimiento de estos documentos que no han sido observados. Y, evidentemente, existe un protocolo que determina cómo fiscalizar que todo se hace conforme a lo establecido. En lo que toca al manejo de los explosivos (488,99 kilos se iban a lanzar en la ya tristemente famosa cuarta sesión), es la Subdelegación de Gobierno quien, a través de la Guardia Civil, se ocupa del asunto.
Subdelegación envió un mail a Festejos el 23 de junio, al que ha tenido acceso este periódico, en el que se comunicaba al Ayuntamiento que toda la documentación requerida «ha sido completada de forma satisfactoria», pero «con la salvedad de la designación por parte del Ayuntamiento del encargado de seguridad».
Para dar cumplimiento al Reglamento de Pirotecnia, «previo a la realización del espectáculo la entidad organizadora (el Ayuntamiento) deberá designar un encargado cuyo cometido será velar por el cumplimiento, vigilancia y control de los contenidos del Plan de Seguridad». Es evidente que el elemento crucial de ese documento es el mapa que establece la zona de lanzamiento y, a partir de ella, los perímetros de seguridad.
Al día siguiente, concretamente el 24 de junio, el presidente del IMC, Fernando Gómez, firmó una resolución en la que nombra al intendente jefe de la Policía Local, Fernando Sedano, «para velar por el cumplimiento, vigilancia y control de los contenidos del Plan de Seguridad», señalando que «el intendente contará con el apoyo del Área de Seguridad y Emergencia para realizar el cometido encomendado».
Según comunicó por escrito el propio Gómez (el 16 de junio) al intendente Sedano, le corresponde a la persona designada por el Ayuntamiento velar por el cumplimiento tanto del Plan como «de las medidas de seguridad establecidas en la Instrucción Técnica Complementaria», la que determina las dimensiones del perímetro de seguridad real para las personas e «inmediatamente antes de iniciarse el espectáculo», comprobar «la adecuación del Plan así como la correcta situación de los espectadores».
Fuente: Diario de Burgos