De cambios electorales, democracia y plazas de toro
José María Jiménez (portavoz del Grupo Provincial Socialista)
La política española vive tiempos de cambio. La crisis económica ha convulsionado una sociedad que parecía dormida, al albur del café para todos. La corrupción política, la incapacidad de proponer medidas contra el desempleo efectivas, la irrupción de Podemos o las elecciones europeas marcan una nueva actualidad.
Hay muchas maneras de afrontar este nuevo panorama. El PSOE, obligado por su situación, ha celebrado unas primarias que pretenden ser el inicio de nuestra propia regeneración, obligados por la imperiosa necesidad de reconectar con una sociedad que nos ha dado la espalda con motivos más que suficientes.
El PP, enfangado en la trama Gürtel y los sobres con sobresueldos, incapaz de dar una solución al desempleo, está desarrollando una estrategia que tiene como único objetivo mantener el poder. Por un lado ha abierto un frente cuasi bélico contra Podemos para concentrar el voto de derechas de este país, que en parte se había ido a formaciones como UPyD o Ciudadanos, y hacer del PP el único partido capaz de enfrentarse a Podemos, que, cierto es, asusta a gran parte de la ciudadanía más conservadora.
Por otro lado, el PP habla de regeneración democrática y propone como gran medida la elección directa de los alcaldes. Esta idea, complementaria a la anterior, sólo pretende conservar la mayoría de las alcaldías que ahora tiene esta formación.
El PP pretende recuperar el protagonismo en la derecha del país garantizándose gobernar la mayoría de ayuntamientos de España con menos votos. Este sería el resumen. Cambiar la ley electoral seis meses antes de las elecciones es una cacicada de tal calibre -ni el bolivarismo llegó tan lejos- que demuestra su gran temor a los pactos post-electorales de la izquierda.
Sólo eso explica que en Burgos, a tan pocos meses de las elecciones, el PP adjudique la construcción de la plaza de toros a la empresa propietaria de un medio de comunicación local. Sin tapujos ni vergüenza, Lacalle sabe quiénes son los suyos e intenta garantizarse la continuidad en la Alcaldía, que sabe exigirá menos votos y una derecha más unida en torno a sus propios intereses.
La pregunta es qué hacemos los demás. En política, donde las estrategias juegan un papel fundamental, hay que ser más astuto que el adversario. Ante un hipotético cambio en la ley electoral, la división de la izquierda facilitará, y mucho, que Lacalle siga siendo alcalde.
El PSOE sigue siendo el partido de referencia de la izquierda española. En Burgos somos quienes durante muchos años hemos ejercido la labor de oposición, aunque la sociedad burgalesa no tuviera en los acontecimientos municipales una gran preocupación que sí parece que tiene hoy.
Es éste el momento de liderar una alternativa progresista que saque al PP del gobierno del Ayuntamiento. Ello dependerá de nosotros y de nuestra capacidad de entendernos con una sociedad harta de desmanes, plazas de toros y bulevares.
Sin el PSOE no habrá alternativa en Burgos y sin el consenso necesario tampoco. Ahora debería tocarnos a nosotros mover ficha. Tal vez debamos adelantar unos meses el pacto post-electoral que muchos predecían en Burgos.
Fuente: Burgosconecta.es