Los barrios "clásicos" se despueblan y la ciudad cae por debajo de los 180.000
H. Jiménez / Burgos - domingo, 03 de febrero de 2013
Pierden zona Sur, centro histórico y Gamonal. La inmigración ya no compensa el envejecimiento. Más de la mitad de los barrios, en negativo. 16 de los 30 distritos tienen menos habitantes que en 2011
La situación económica empieza a tener su traducción demográfica. Al contrario que en años precedentes, cuando la ciudad experimentó un importante crecimiento, los últimos ejercicios reflejan un claro estancamiento, aunque con ligeros crecimientos, y los datos que empiezan a estar disponibles sobre la evolución en el año 2012 reflejan ya una caída.
El padrón de habitantes del que dispone el departamento de estadística del Ayuntamiento de Burgos, fechado a 29 de enero de 2013, refleja un total de 179.708 habitantes, lo que supondría una pérdida respecto al mismo dato del año anterior. De hecho, significaría que la ciudad se cae del peldaño de los 180.000 habitantes, una barrera psicológica que al menos desde 2008 y hasta 2011 se sostuvo y que llegó a alcanzar los 184.683 a mediados de 2009, cuando se alcanzó el récord.
El dato no coincide con exactitud con el del Instituto Nacional de Estadística, que nunca ha superado los 180.000 y que en enero de 2012 contemplaba 179.906 tras una pequeña ganancia durante el ejercicio anterior. El padrón del Ayuntamiento y el INE intercambian datos de forma constante para hacer ‘depuraciones’ de posibles datos duplicados, pero el organismo estatal publica sus estudios con un año de retraso. A la espera de que se confirme, y dado que en ejercicios anteriores siempre ha estado por debajo del padrón del Ayuntamiento, es previsible la reducción en el número de residentes en la capital.
Y la razón habría que buscarla en aquellos barrios que han perdido población en el último par de años. DB ha elaborado una comparativa, tomando como base la división en secciones y distritos, nombrándolos con la denominación con la que habitualmente se conoce a cada zona y comparando con los datos de principios de 2011. En este periodo, más de la mitad de los 30 barrios en los que se ha subdividido la ciudad refleja un número menor de habitantes respecto al punto de partida. En concreto, 16 zonas presentan caída demográfica y entre ellas llama especialmente la atención los casos de los que podríamos calificar como barrios ‘clásicos’, los de mayor solera.
El cogollo del centro histórico incluyendo el entorno de San Lesmes, Venerables, la calle Madrid y San Agustín, el barrio de San Cosme y Plaza de Vega, San Julián-El Crucero, Los Vadillos o San Pedro de Cardeña, todos ellos pierden habitantes respecto a hace dos años. Ninguno de ellos lo hace en gran medida, pero su comportamiento parece establecer una tendencia frente a la que habrá que esperar confirmación en los años venideros.
Porque en el otro extremo de la ciudad, en la zona más poblada producto de la gran explosión demográfica derivada del Polo de Desarrollo, se observa un fenómeno muy parecido. El triángulo formado por las calles Vitoria, Avenida de la Constitución y Eladio Perlado, el que podríamos denominar como el ‘gran Gamonal’, pierde habitantes. También lo hace Capiscol. Lo mismo le ocurre a Juan XXIII-Fátima-Lavaderos. E igualmente a la Barriada Inmaculada y al pueblo antiguo.
Con la excepción del casco histórico, que presenta sus propias particularidades, tanto los entornos mencionados de la zona sur como los de Gamonal comparten muchas características. Buena parte de sus bloques fueron construidos hace entre 30 y 40 años y las primeras generaciones que allí se fueron a vivir, que también fueron inmigrantes pero procedentes de los pueblos de la provincia, se están jubilando.
Durante los últimos años de bonanza, entre 2000 y 2010, la llegada de otro tipo de inmigración
El dato no coincide con exactitud con el del Instituto Nacional de Estadística, que nunca ha superado los 180.000 y que en enero de 2012 contemplaba 179.906 tras una pequeña ganancia durante el ejercicio anterior. El padrón del Ayuntamiento y el INE intercambian datos de forma constante para hacer ‘depuraciones’ de posibles datos duplicados, pero el organismo estatal publica sus estudios con un año de retraso. A la espera de que se confirme, y dado que en ejercicios anteriores siempre ha estado por debajo del padrón del Ayuntamiento, es previsible la reducción en el número de residentes en la capital.
Y la razón habría que buscarla en aquellos barrios que han perdido población en el último par de años. DB ha elaborado una comparativa, tomando como base la división en secciones y distritos, nombrándolos con la denominación con la que habitualmente se conoce a cada zona y comparando con los datos de principios de 2011. En este periodo, más de la mitad de los 30 barrios en los que se ha subdividido la ciudad refleja un número menor de habitantes respecto al punto de partida. En concreto, 16 zonas presentan caída demográfica y entre ellas llama especialmente la atención los casos de los que podríamos calificar como barrios ‘clásicos’, los de mayor solera.
El cogollo del centro histórico incluyendo el entorno de San Lesmes, Venerables, la calle Madrid y San Agustín, el barrio de San Cosme y Plaza de Vega, San Julián-El Crucero, Los Vadillos o San Pedro de Cardeña, todos ellos pierden habitantes respecto a hace dos años. Ninguno de ellos lo hace en gran medida, pero su comportamiento parece establecer una tendencia frente a la que habrá que esperar confirmación en los años venideros.
Porque en el otro extremo de la ciudad, en la zona más poblada producto de la gran explosión demográfica derivada del Polo de Desarrollo, se observa un fenómeno muy parecido. El triángulo formado por las calles Vitoria, Avenida de la Constitución y Eladio Perlado, el que podríamos denominar como el ‘gran Gamonal’, pierde habitantes. También lo hace Capiscol. Lo mismo le ocurre a Juan XXIII-Fátima-Lavaderos. E igualmente a la Barriada Inmaculada y al pueblo antiguo.
Con la excepción del casco histórico, que presenta sus propias particularidades, tanto los entornos mencionados de la zona sur como los de Gamonal comparten muchas características. Buena parte de sus bloques fueron construidos hace entre 30 y 40 años y las primeras generaciones que allí se fueron a vivir, que también fueron inmigrantes pero procedentes de los pueblos de la provincia, se están jubilando.
Durante los últimos años de bonanza, entre 2000 y 2010, la llegada de otro tipo de inmigración
, la de quienes nacieron fuera de España, compensó en muchos de estos barrios la pérdida de sus pobladores originales. Al tratarse de viviendas antiguas, muchas construidas bajo la fórmula de la protección oficial o de precios bajos adecuados a los salarios de los obreros de entonces, resultaban más asequibles que los pisos de nueva construcción o las zonas más ‘nobles’. Y por eso cantidad de extranjeros se fueron instalando, en propiedad o en alquiler, y compensaron el censo de quienes se mudaban o iban falleciendo.
Ahora, sin embargo, la entrada de la inmigración está paralizada, algunos incluso se vuelven a sus países de origen ante la falta de oportunidades en España, y los antiguos habitantes de los barrios no tienen capacidad para reemplazarlos, bien porque su población está envejecida o porque sus hijos, los que ahora tienen entre 30 y 40 años, optaron por mudarse a otras zonas más nuevas de Burgos levantadas entre los años 90 y primera década de los 2000.
Por eso hay otras zonas que las van sustituyendo. Fuentecillas, Bakimet/San Amaro, Cellophane, San Pedro y San Felices o Vista Alegre/G-3 han resistido durante el último par de años. Y por supuesto, las zonas en las que se mantiene una mínima actividad constructiva empiezan a recibir a sus primeros residentes, como Villímar/S-3/S-4 y sus edificaciones levantadas frente a la estación del ferrocarril, que es el barrio que más crece al ganar un 30%.
su traslación en el transporte. La profesora de Geografía Urbana de la Universidad de Burgos, Begoña Bernal, coincide en que en el análisis sobre los movimientos internos de población hay que tener en cuenta el parón de la inmigración y el envejecimiento de quienes llegaron desde los pueblos en los años 60 y 70, pero añade un factor de reflexión:la mala comunicación entre ellos con transporte público.
A su juicio, la única línea bien concebida en este sentido es la de Gamonal-centro, mientras el resto de barrios más poblados carece de comunicación entre sí y solo se ha tenido en cuenta el trayecto hacia el centro de la ciudad. La única solución, por tanto, es el uso del coche. O últimamente la bicicleta.
Ahora, sin embargo, la entrada de la inmigración está paralizada, algunos incluso se vuelven a sus países de origen ante la falta de oportunidades en España, y los antiguos habitantes de los barrios no tienen capacidad para reemplazarlos, bien porque su población está envejecida o porque sus hijos, los que ahora tienen entre 30 y 40 años, optaron por mudarse a otras zonas más nuevas de Burgos levantadas entre los años 90 y primera década de los 2000.
Por eso hay otras zonas que las van sustituyendo. Fuentecillas, Bakimet/San Amaro, Cellophane, San Pedro y San Felices o Vista Alegre/G-3 han resistido durante el último par de años. Y por supuesto, las zonas en las que se mantiene una mínima actividad constructiva empiezan a recibir a sus primeros residentes, como Villímar/S-3/S-4 y sus edificaciones levantadas frente a la estación del ferrocarril, que es el barrio que más crece al ganar un 30%.
su traslación en el transporte. La profesora de Geografía Urbana de la Universidad de Burgos, Begoña Bernal, coincide en que en el análisis sobre los movimientos internos de población hay que tener en cuenta el parón de la inmigración y el envejecimiento de quienes llegaron desde los pueblos en los años 60 y 70, pero añade un factor de reflexión:la mala comunicación entre ellos con transporte público.
A su juicio, la única línea bien concebida en este sentido es la de Gamonal-centro, mientras el resto de barrios más poblados carece de comunicación entre sí y solo se ha tenido en cuenta el trayecto hacia el centro de la ciudad. La única solución, por tanto, es el uso del coche. O últimamente la bicicleta.
Fuente: Diario de Burgos