lunes, 28 de enero de 2013

LOS CIUDADANOS TENEMOS LA PALABRA

¿Hacia el fin del bipartidismo y la corrupción? Los ciudadanos tienen la palabra

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Los políticos han venido usando reiteradamente las palabras democracia y Estado de Derecho para justificar sus funciones y conservar sus privilegios. Y la sociedad española ha llegado a asimilar esta idea como verdadera desde la Transición, pero la percepción de los ciudadanos está cambiando y el sistema político actual empieza a ser comparado con el de una cleptocracia.
La cleptocracia es propia de las dictaduras (los españoles nos encontramos sometidos a la tiranía de la partitobancacracia o del bipartidismo corrupto) y la economía de un régimen cleptocrático está supeditada a los intereses de los gobernantes. La corrupción juega un papel protagonista en esta forma de gobierno, donde multitud de personas entran en política sin apenas patrimonio y se hacen archimillonarias mientras se produce un empobrecimiento paralelo de las familias, las pymes y los autónomos.
Los sistemas cleptocráticos se caracterizan por institucionalizar la corrupción en todos los niveles de la Administración mediante estrategias basadas en el nepotismo y el clientelismo político. En España, el Estado de las Autonomías ha contribuido a que la corrupción se multiplique por 17 y que esta se institucionalice en comunidades autónomas y ayuntamientos con el inestimable apoyo de las redes políticas clientelares.
La Justicia en una cleptocracia aplica la ley a los ciudadanos y permite que los gobernantes gocen de absoluta impunidad. En nuestro país, la Justicia está fuertemente politizada y los políticos corruptos son juzgados con excesiva benevolencia. Y si excepcionalmente algún político es condenado por corrupción, siempre podrá ser amparado por un indulto gubernamental.
Los gobiernos cleptócratas suelen gravar a los ciudadanos con impuestos confiscatorios para mantener sus privilegios. En España se recorta en educación, sanidad o servicios sociales, por ejemplo, mientras se mantienen las televisiones públicas ruinosas, las empresas públicas deficitarias, los asesores enchufados, los políticos prescindibles con sueldos desorbitados... Los desproporcionados impuestos y los recortes a la población sirven para mantener la estructura política, administrativa e institucional casi intacta.
Por tanto, es factible afirmar que España únicamente es una democracia en apariencia porque la casta política se ha encargado de diseñar un disfraz a medida de sus objetivos. En democracias asentadas, como en EEUU o Inglaterra, el bipartidismo goza de una salud aceptable y el problema no radica en la coexistencia de dos grandes partidos políticos con representación mayoritaria, sino en el funcionamiento de los mismos y del sistema democrático.
En España, la corrupción consustancial a los partidos ha permitido la politización de las instituciones públicas y la consecuente ocultación de las corruptelas con la ayuda de los tribunales en muchos casos, ya que la separación de poderes brilla por su ausencia en el régimen español.
¿Pacto anticorrupción?, ¿ley de transparencia? Sin duda, la casta quiere seguir riéndose de los españoles. Nuestro sistema antidemocrático necesita urgentemente una nueva ley de partidos que incluya controles externos para combatir la corrupción. Del mismo modo, también es vital realizar una reforma de la ley electoral que permita a los ciudadanos elegir a sus diputados para que los partidos no puedan confeccionar listas llenas de políticos mediocres, sin formación ni cualificación y corruptos.
La regeneración democrática que necesita España no será liderada por la casta política, puesto que ello significaría una merma de poder y una pérdida de privilegios. Por tanto, la sociedad civil, que se encuentra al margen del sistema y sin ninguna participación democrática activa (la casta considera a los ciudadanos como meros votantes), debe tomar la iniciativa.
Al menos, a nivel local (y autonómico) existe una alternativa al bipartidismo corrupto: los partidos formados por ciudadanos. En Torrelodones, un partido de ciudadanos ganó las últimas elecciones y sus primeras medidas estuvieron encaminadas a dar ejemplo, de hecho, el nuevo equipo de gobierno local se bajó el sueldo y atajó el despilfarro. Actualmente, este ayuntamiento madrileño tiene sus cuentas saneadas. ¿Comenzamos ya? La solución la tiene la sociedad civil.
Lucio A. Muñoz es socio director de Eurogroup Human Resources.
Fuente: elEconomista.es