¿Hacia el fin del bipartidismo y la corrupción? Los ciudadanos tienen la palabra
Los políticos han venido usando reiteradamente las palabras
democracia y Estado de Derecho para justificar sus funciones y conservar
sus privilegios. Y la sociedad española ha llegado a asimilar esta idea
como verdadera desde la Transición, pero la percepción de los
ciudadanos está cambiando y el sistema político actual empieza a ser
comparado con el de una cleptocracia.
La cleptocracia es
propia de las dictaduras (los españoles nos encontramos sometidos a la
tiranía de la partitobancacracia o del bipartidismo corrupto) y la
economía de un régimen cleptocrático está supeditada a los intereses de
los gobernantes. La corrupción juega un papel protagonista en esta forma
de gobierno, donde multitud de personas entran en política sin apenas
patrimonio y se hacen archimillonarias mientras se produce un
empobrecimiento paralelo de las familias, las pymes y los autónomos.
Los sistemas cleptocráticos se caracterizan por institucionalizar
la corrupción en todos los niveles de la Administración mediante
estrategias basadas en el nepotismo y el clientelismo político. En
España, el Estado de las Autonomías ha contribuido a que la corrupción
se multiplique por 17 y que esta se institucionalice en comunidades
autónomas y ayuntamientos con el inestimable apoyo de las redes
políticas clientelares.
La Justicia en una cleptocracia aplica la ley a los ciudadanos y
permite que los gobernantes gocen de absoluta impunidad. En nuestro
país, la Justicia está fuertemente politizada y los políticos corruptos
son juzgados con excesiva benevolencia. Y si excepcionalmente algún
político es condenado por corrupción, siempre podrá ser amparado por un
indulto gubernamental.
Los gobiernos cleptócratas suelen gravar a los ciudadanos con
impuestos confiscatorios para mantener sus privilegios. En España se
recorta en educación, sanidad o servicios sociales, por ejemplo,
mientras se mantienen las televisiones públicas ruinosas, las empresas
públicas deficitarias, los asesores enchufados, los políticos
prescindibles con sueldos desorbitados... Los desproporcionados
impuestos y los recortes a la población sirven para mantener la
estructura política, administrativa e institucional casi intacta.
Por tanto, es factible afirmar que España únicamente es una
democracia en apariencia porque la casta política se ha encargado de
diseñar un disfraz a medida de sus objetivos. En democracias asentadas,
como en EEUU o Inglaterra, el bipartidismo goza de una salud aceptable y
el problema no radica en la coexistencia de dos grandes partidos
políticos con representación mayoritaria, sino en el funcionamiento de
los mismos y del sistema democrático.
En España, la corrupción consustancial a los partidos ha permitido la
politización de las instituciones públicas y la consecuente ocultación
de las corruptelas con la ayuda de los tribunales en muchos casos, ya
que la separación de poderes brilla por su ausencia en el régimen
español.
¿Pacto anticorrupción?, ¿ley de transparencia? Sin duda, la casta quiere seguir riéndose de los españoles. Nuestro
sistema antidemocrático necesita urgentemente una nueva ley de partidos
que incluya controles externos para combatir la corrupción. Del mismo
modo, también es vital realizar una reforma de la ley electoral que
permita a los ciudadanos elegir a sus diputados para que los partidos no
puedan confeccionar listas llenas de políticos mediocres, sin formación
ni cualificación y corruptos.
La regeneración democrática que necesita España no será liderada por
la casta política, puesto que ello significaría una merma de poder y una
pérdida de privilegios. Por tanto, la sociedad civil, que se encuentra
al margen del sistema y sin ninguna participación democrática activa (la
casta considera a los ciudadanos como meros votantes), debe tomar la
iniciativa.
Al menos, a nivel local (y autonómico) existe una alternativa al
bipartidismo corrupto: los partidos formados por ciudadanos. En
Torrelodones, un partido de ciudadanos ganó las últimas elecciones y sus
primeras medidas estuvieron encaminadas a dar ejemplo, de hecho, el
nuevo equipo de gobierno local se bajó el sueldo y atajó el despilfarro.
Actualmente, este ayuntamiento madrileño tiene sus cuentas saneadas.
¿Comenzamos ya? La solución la tiene la sociedad civil.
Lucio A. Muñoz es socio director de Eurogroup Human Resources.
Fuente: elEconomista.es