Dirigentes del PP critican el veto del Gobierno a Telecinco y La Sexta
"¿Por qué delegan la comunicación de nuestro mensaje en Paco Marhuenda?", se pregunta un alto cargo en alusión al director de La Razón
Sectores críticos están preocupados por la pérdida de credibilidad que está sufriendo el partido
Moncloa impide que miembros del Partido Popular acudan a entrevistas y debates.
El Partido Popular es, de largo, la organización política con más militantes de España (800.000), y acumula un poder político casi total, en ayuntamientos, comunidades y el Gobierno central, sostenido con una holgada mayoría absoluta. Sin embargo, muchos de sus dirigentes de federaciones regionales se quejan amargamente de la política de comunicación pilotada desde Moncloa. El penúltimo episodio: el veto a Telecinco y La Sexta.
"¿Cómo es posible que seamos incapaces de trasladar nuestro mensaje con una maquinaria política tan grande en toda España?", se lamenta un dirigente que prefiere permanecer en el anonimato. "Ahora no nos dejan ir a debates ni entrevistas en algunos canales. ¿Por qué dejar nuestro mensaje en boca de Paco Marhuenda [director de La Razón]?" En concreto, lo que más molesta a la cúpula del PP son programas como El gran debate (Telecinco) y La sexta noche.
No es la primera crisis interna en este sentido. Desde que los papeles de Bárcenas salieron a la luz a finales de enero, numerosos dirigentes regionales han cuestionado la política de comunicación de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y de Moncloa, pilotada por la secretaria de Estado, la periodista Carmen Martínez Castro. "Se ha vuelto más política que los políticos", explican.
Con cifras récord de paro, con la sombra de los sobresueldos, en negro y en blanco, muchos dirigentes exigen más contundencia en las decisiones, más claridad en los discursos y, sobre todo, posibilidad de expresarse. "Somos cientos de miles deseando contar a la gente nuestra versión, pero no se hace", reflexiona una fuente, que lamenta que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el portavoz parlamentario, Alfonso Alonso, hayan tenido que dar explicaciones permanentemente sobre los papeles de Bárcenas porque nadie más respondía. Génova, por tanto, está quedando en evidencia. Es decir, Cospedal y los vicesecretarios que hacen de portavoces, Carlos Floriano y Esteban González Pons.
Incluso una dirigente regional tan proclive a la exposición pública como la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, que concedió ocho entrevistas en enero, ha limitado sus apariciones a actos oficiales o de partido, su columna en Abc, su comentario en la Cope (en el último, le decía a Rajoy: "Sí había una alternativa") y su blog. Es decir, donde nadie pueda hacer preguntas incómodas.
"Parece que no están en la calle, que no se dan cuenta de lo que piensa la gente y de que todo esto ha cambiado. Están en su burbuja", concluye otra fuente del partido: "O cambiamos de verdad o los ciudadanos dejarán de votarnos".
Fuente: eldiario.es