El bulevar sigue absorbiendo tráfico a costa de la calle Vitoria
H. Jiménez / Burgos - lunes, 15 de julio de 2013
Crece un 4,65%. En el último año el incremento de vehículos es casi calcado al porcentaje que pierde la vieja N-I en su tramo de Gamonal
El bulevar del ferrocarril, la gran avenida resultante del antiguo
trazado de las vías del tren, sigue absorbiendo poco a poco los tráficos
que antes optaban por la carretera de Logroño y, sobre todo, por la
calle Vitoria, como principales alternativas para trasladarse desde el
norte de la ciudad hasta su zona más céntrica.
Datos obtenidos de las mediciones realizadas por el área de Tráfico del Ayuntamiento de Burgos a mediados de junio reflejan que, mientras la avenida de Valencia gana un 4,65% de vehículos respecto al mismo periodo del año anterior, la calle Vitoria baja un 4,25% y la avenida de la Constitución un 3,75%.
La estadística comprende 7 días de la semana comprendida entre el 10 y el 16 de junio, incluyendo laborables, sábado y domingo, y refleja en cada una de las jornadas esta tendencia que empezó a observarse desde la inauguración de los primeros tramos del bulevar, y mucho más desde que entró en servicio el tramo entre Fuente Prior y la calle Juan Ramón Jiménez.
Solo en la primera semana de funcionamiento, allá por abril de 2012, se observó una caída del 15% en la calle Vitoria. Ahora ese porcentaje se ha moderado, pero las nuevas mediciones constatan que los conductores siguen optando, cada vez más, por evitar las antiguas travesías de carreteras nacionales.
El bulevar del ferrocarril funciona como una excelente alternativa para todo aquel que vaya desde Gamonal hasta la zona sur. Antes no tenía más remedio que bajar por la margen derecha del Arlanzón, pero ahora dispone de otra opción y la está aprovechando. No tiene más que un carril por sentido (exceptuando el entorno del puente de Capiscol), pero funciona con relativa fluidez y por tanto puede resultar más práctica.
Hasta tal punto está ganando adeptos el bulevar del ferrocarril que en determinados días de la semana ya refleja más usuarios que la calle Vitoria. Hablamos, por ejemplo, del viernes, cuando presenta más movimiento de vehículos que la vieja N-I a la altura del número 247 en sentido salida ciudad.
Dependiendo de los flujos de tráfico, una misma vía puede presentar importantes diferencias de intensidad. La calle Vitoria en sentido centro ciudad, por ejemplo, presentó durante la semana analizada del mes de junio más de 11.179 vehículos diarios de media (cayendo un 4,8% frente al dato del pasado ejercicio), frente a los únicamente 8.717 que tuvo el sentido salida (-3,7 por ciento), lo que da una media de pérdida de usuarios del 4,25%. Más descompensada todavía está la avenida de la Constitución, en la que el sentido entrada supera los 9.200 registros frente a los 5.320 de salida. Curiosamente este último dato es exactamente igual que el registrado durante la semana de junio de 2012.
No ocurre lo mismo con el bulevar, donde los flujos son equiparables. En dirección a la Universidad (oeste) se registró un movimiento medio de 5.881vehículos (+3,7% respecto al mismo periodo de 2012), mientras en sentido hospital el dato fue de 5.284 (+5,6%), lo que de media resulta el mencionado 4,65 por ciento.
Riesgo de morir de éxito
Paradójicamente, si el bulevar del ferrocarril sigue absorbiendo cada vez un mayor flujo de tráfico acabará convirtiéndose en una calle con bastante densidad de circulación, justo lo que sus diseñadores no querían. El estudio de arquitectura formado por los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron dijo siempre que su idea era la de una calle ‘pacificada’ en cuanto a su tráfico, que sirviera más para las personas que para los vehículos.
Por eso precisamente se concibió en muchos de sus tramos con un solo carril por sentido, sacrificando el segundo (el que proporciona rapidez) para implantar un carril bici y uno exclusivo de transporte público donde debía tener cabida el tranvía que la crisis ha hecho imposible. En su lugar circulan autobuses.
Por ese mismo motivo impidieron inicialmente los giros a la izquierda, para evitar el cierre de los semáforos durante demasiado tiempo primando la fluidez. Aunque la realidad del uso y la demanda ciudadana obligó al Ayuntamiento a claudicar muy pronto y autorizó estas maniobras.
El riesgo de su utilización masiva por los conductores podría ser morir de éxito. Las pequeñas retenciones que ya se ven en algunas de sus intersecciones cuando el semáforo se clava en rojo empiezan a indicar que quizás su capacidad de absorción no da para mucho más.
Fuente: Diario de Burgos
Datos obtenidos de las mediciones realizadas por el área de Tráfico del Ayuntamiento de Burgos a mediados de junio reflejan que, mientras la avenida de Valencia gana un 4,65% de vehículos respecto al mismo periodo del año anterior, la calle Vitoria baja un 4,25% y la avenida de la Constitución un 3,75%.
La estadística comprende 7 días de la semana comprendida entre el 10 y el 16 de junio, incluyendo laborables, sábado y domingo, y refleja en cada una de las jornadas esta tendencia que empezó a observarse desde la inauguración de los primeros tramos del bulevar, y mucho más desde que entró en servicio el tramo entre Fuente Prior y la calle Juan Ramón Jiménez.
Solo en la primera semana de funcionamiento, allá por abril de 2012, se observó una caída del 15% en la calle Vitoria. Ahora ese porcentaje se ha moderado, pero las nuevas mediciones constatan que los conductores siguen optando, cada vez más, por evitar las antiguas travesías de carreteras nacionales.
El bulevar del ferrocarril funciona como una excelente alternativa para todo aquel que vaya desde Gamonal hasta la zona sur. Antes no tenía más remedio que bajar por la margen derecha del Arlanzón, pero ahora dispone de otra opción y la está aprovechando. No tiene más que un carril por sentido (exceptuando el entorno del puente de Capiscol), pero funciona con relativa fluidez y por tanto puede resultar más práctica.
Hasta tal punto está ganando adeptos el bulevar del ferrocarril que en determinados días de la semana ya refleja más usuarios que la calle Vitoria. Hablamos, por ejemplo, del viernes, cuando presenta más movimiento de vehículos que la vieja N-I a la altura del número 247 en sentido salida ciudad.
Dependiendo de los flujos de tráfico, una misma vía puede presentar importantes diferencias de intensidad. La calle Vitoria en sentido centro ciudad, por ejemplo, presentó durante la semana analizada del mes de junio más de 11.179 vehículos diarios de media (cayendo un 4,8% frente al dato del pasado ejercicio), frente a los únicamente 8.717 que tuvo el sentido salida (-3,7 por ciento), lo que da una media de pérdida de usuarios del 4,25%. Más descompensada todavía está la avenida de la Constitución, en la que el sentido entrada supera los 9.200 registros frente a los 5.320 de salida. Curiosamente este último dato es exactamente igual que el registrado durante la semana de junio de 2012.
No ocurre lo mismo con el bulevar, donde los flujos son equiparables. En dirección a la Universidad (oeste) se registró un movimiento medio de 5.881vehículos (+3,7% respecto al mismo periodo de 2012), mientras en sentido hospital el dato fue de 5.284 (+5,6%), lo que de media resulta el mencionado 4,65 por ciento.
Riesgo de morir de éxito
Paradójicamente, si el bulevar del ferrocarril sigue absorbiendo cada vez un mayor flujo de tráfico acabará convirtiéndose en una calle con bastante densidad de circulación, justo lo que sus diseñadores no querían. El estudio de arquitectura formado por los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron dijo siempre que su idea era la de una calle ‘pacificada’ en cuanto a su tráfico, que sirviera más para las personas que para los vehículos.
Por eso precisamente se concibió en muchos de sus tramos con un solo carril por sentido, sacrificando el segundo (el que proporciona rapidez) para implantar un carril bici y uno exclusivo de transporte público donde debía tener cabida el tranvía que la crisis ha hecho imposible. En su lugar circulan autobuses.
Por ese mismo motivo impidieron inicialmente los giros a la izquierda, para evitar el cierre de los semáforos durante demasiado tiempo primando la fluidez. Aunque la realidad del uso y la demanda ciudadana obligó al Ayuntamiento a claudicar muy pronto y autorizó estas maniobras.
El riesgo de su utilización masiva por los conductores podría ser morir de éxito. Las pequeñas retenciones que ya se ven en algunas de sus intersecciones cuando el semáforo se clava en rojo empiezan a indicar que quizás su capacidad de absorción no da para mucho más.
Fuente: Diario de Burgos