16 cifras para analizar 4 años
H. Jiménez / Burgos - viernes, 22 de mayo de 2015
Así somos, así éramos. Indicadores económicos, sociales o medioambientales sirven para reflejar el paso del tiempo desde la última convocatoria de elecciones municipales y autonómicas, en 2011
A la cita con las urnas de este domingo no acude el mismo Burgos que hace cuatro años. Salvo que esté abandonada, una ciudad nunca puede ser igual con el paso del tiempo y menos en una época acelerada y convulsa como la que vivimos.
En el año 2011 los ciudadanos se enfrentaban a la elección de sus representantes locales y autonómicos con la amenaza de una crisis que había empezado tres años antes y que en lugar de escampar se había agudizado. Pocos podían esperar, sin embargo, que la mala coyuntura económica se alargase tanto tiempo hasta el punto de que hoy todavía la tenemos encima, con algunos indicadores macroeconómicos que apuntan a su salida pero con enormes dificultades para la traslación a las finanzas domésticas.
El paso del tiempo puede medirse con algunas cifras y la más reveladora de ellas es el número de desempleados. Entre abril de 2011 y abril de 2015 (último dato conocido) el paro registrado según el Servicio Público de Empleo ha pasado de 13.923 a 14.615 personas, un incremento de casi un 5 por ciento.
En ese mismo mes se firmaron más contratos que hace cuatro años y el número de personas sin trabajo está en tendencia descendente, pero no ha llegado a tiempo para lograr un balance del cuatrienio positivo.
En números relativos el desempleo es todavía más grave porque la ciudad tiene menos habitantes. A la espera de conocer el censo a 1 de enero de 2015 debemos conformarnos todavía con los datos del INE de 2014, y estos indican que en la capital burgalesa residen 177.776 personas frente a las 179.251 que lo hacían cuando se convocaron las anteriores municipales. Hay además menos personas trabajando: poco más de 82.000 afiliados a la Seguridad Social (dato del último día de abril) frente a los 85.738 de 2011.
En lo social, el tejido ciudadano también ha cambiado atendiendo a su nacionalidad de origen. Si hace cuatro años había más de 12.500 extranjeros, ahora su número ha descendido ligeramente hasta los 12.290, lo que resulta un indicativo de que la crisis también se ha cebado con quienes vinieron aquí en busca de un futuro mejor.
El descenso del consumo se refleja asimismo en una bajada del reciclaje de residuos, indicador habitual de sostenibilidad ambiental, y consecuencia directa de la crisis es igualmente el descenso vertiginoso del precio del metro cuadrado de vivienda libre: según el Ministerio de Fomento, en el cuarto trimestre de 2010 costaba más de 2.000 euros y a finales de 2014 (el dato más actualizado) podía comprarse por unos 1.200 (-40%).
Ese mismo desplome inmobiliario ha provocado que los visados para la construcción de viviendas nuevas se hayan reducido a un tercio a lo largo de la legislatura, según el Colegio de Arquitectos, pasando de 342 a 132 anuales.
Frente a este reguero de datos negativos, en positivo se puede interpretar el incremento de la pensión media, que pese a ser un dato provincial tendría su traslación directa a la capital. Los jubilados cobraban hace cuatro años una media de 808 euros mensuales y ahora reciben 911. No es que el Gobierno haya aplicado una generosa subida a las prestaciones, sino que la incorporación de personas con bases de cotización superiores ha permitido este crecimiento.
La falta de trabajo, la congelación salarial o la baja calidad del empleo que padece buena parte de la población se compensa, en parte, con una contención de la inflación que de hecho está en datos negativos.
El último IPC interanual, correspondiente a abril, habla de una bajada del coste de la vida del 0,7, mientras que en 2011 los precios habían crecido cuatro puntos en un solo ejercicio. En cuanto a las cifras del presupuesto municipal, la deuda ha descendido de los más de 200 millones de euros hasta el entorno de los 100 con previsión de rebajarlo a finales de este año, según el equipo de Gobierno (y siempre sin tener en cuenta la espada de Damocles que suponen los consorcios del ferrocarril y Villalonquéjar IV). Frente a este aspecto positivo, la reducción del presupuesto desde los 207 a los 198 millones de euros revela que la legislatura que ahora acaba no ha sido precisamente expansionista.
TIRÓN DE LA HOSTELERÍA
Más claramente optimista se puede ser en cuanto al turismo, un sector que aspira a convertirse en pilar económico de la ciudad. El número de viajeros tanto españoles como (sobre todo) extranjeros ha crecido, y ese es un dato especialmente valioso en un contexto de recesión económica. El hallazgo de la veta gastronómica, con la ‘excusa’ de la capitalidad de 2013, ayudó a su impulso.
Habrá menos votantes que la última vez que tocó elegir alcalde y procuradores (algo más de 136.000 frente a los 137.000 de la convocatoria de 2011) y en sus manos estará el destino de la ciudad y de una parte importante de la Comunidad Autónoma durante el nuevo periodo político.
Fuente: Diario de Burgos