La preocupación por España e Italia protagoniza la asamblea del FMI
El organismo advertirá en Tokio del frenazo en la recuperación mundial
El Fondo puede dar la puntilla a las previsiones de Rajoy para 2013
El Gobierno de Japón ha elegido unos pequeños muñecos tradicionales
de Tohoku, la zona norte del país, como obsequio para los delegados que
participan en la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y
el Banco Mundial. Los okiagari-koboshis, con siglos de historia, están
diseñados de modo que su peso les haga recuperar la verticalidad aunque
se intente tumbarlos. El Gobierno japonés dice que deposita en esos
amuletos su esperanza de recuperación y estabilización de la economía
nipona y mundial. Pero lo que la Asamblea del FMI certificará esta
semana es que la recuperación mundial se tambalea, con Europa (y en
particular España e Italia) como foco de las mayores preocupaciones.
"Tenemos desafíos en todas partes, no solo en Europa, pero obviamente, Europa es el epicentro de la crisis y es donde hace falta una actuación más urgente", señalaba la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en una entrevista institucional reciente difundida por el organismo. La preocupación de la exministra de Economía francesa por la zona euro explica que hoy acuda a la reunión del Eurogrupo en Luxemburgo.
Fue la propia Lagarde la que anticipó hace dos semanas en un discurso en Washington que el Fondo rebajará en Tokio las previsiones de crecimiento mundial formuladas hace menos de tres meses, en una secuencia que se repite desde hace un año. Filtraciones posteriores del borrador del informe del FMI apuntan a que la rebaja para la economía mundial será de una décima para este año y de tres para el próximo, hasta el 3,3% y el 3,6%, respectivamente. Casi todo el crecimiento lo aportan las economías emergentes. El producto interior bruto (PIB) de la zona euro caerá este año por segunda vez desde que existe la moneda única y el año que viene se quedará prácticamente estancada. La permanente atonía japonesa, los problemas presupuestarios de Estados Unidos y el frenazo del crecimiento en China ante la menor demanda de sus exportaciones complican aún más el panorama.
Y, junto a los datos y las previsiones, las políticas. La conveniencia o no de que España pida ya el rescate será un asunto recurrente, a expensas de lo que ocurra en el Eurogrupo de hoy. El propio Guindos, que tiene previsto acudir a Tokio en la segunda mitad de la semana, tendrá ocasión de pronunciarse. Lagarde ya ha dicho que pone a disposición de España su variada gama de instrumentos de ayuda, pero el Gobierno español prefiere que el papel del Fondo sea el mínimo posible.
El sector financiero mundial será otro de los temas recurrentes. El Fondo reconoce que la reforma, cinco años después del estallido de las hipotecas basura, está, como mucho, a medio camino pese a la avalancha regulatoria. "No se puede decir que el sistema sea más seguro", admitía una de sus principales analistas hace dos semanas.
Tokio será también la constatación de otro fracaso (o, al menos, retraso) en la reforma interna del FMI. El objetivo era que en esta reunión alcanzase la mayoría necesaria para dar mayor peso en el organismo a los países emergentes, pero para eso hace falta el apoyo de EE UU, al que no se espera todavía. Lo malo es que los compromisos de nuevas aportaciones al Fondo por parte de muchos de esos países emergentes están condicionados a esa reforma interna, con lo que por ahora, esos nuevos recursos contra la crisis solo existen sobre el papel.
El Japón de la década perdida sabe muy bien que la economía no se levanta con tanta facilidad como los muñecos de Tohoku. Una recesión global parece poco probable, pero el panorama no deja de empeorar cada vez que el FMI publica nuevas previsiones. Pese a los amuletos, esta vez no será diferente. Los cuervos que habitan Tokio por millares parecen llenar de malos presagios la asamblea del Fondo.
Fuente: El País
"Tenemos desafíos en todas partes, no solo en Europa, pero obviamente, Europa es el epicentro de la crisis y es donde hace falta una actuación más urgente", señalaba la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, en una entrevista institucional reciente difundida por el organismo. La preocupación de la exministra de Economía francesa por la zona euro explica que hoy acuda a la reunión del Eurogrupo en Luxemburgo.
Fue la propia Lagarde la que anticipó hace dos semanas en un discurso en Washington que el Fondo rebajará en Tokio las previsiones de crecimiento mundial formuladas hace menos de tres meses, en una secuencia que se repite desde hace un año. Filtraciones posteriores del borrador del informe del FMI apuntan a que la rebaja para la economía mundial será de una décima para este año y de tres para el próximo, hasta el 3,3% y el 3,6%, respectivamente. Casi todo el crecimiento lo aportan las economías emergentes. El producto interior bruto (PIB) de la zona euro caerá este año por segunda vez desde que existe la moneda única y el año que viene se quedará prácticamente estancada. La permanente atonía japonesa, los problemas presupuestarios de Estados Unidos y el frenazo del crecimiento en China ante la menor demanda de sus exportaciones complican aún más el panorama.
España e Italia son los dos grandes lastres de la eurozona y dos de
los países que sufrirán una rebaja más dura de cara a 2013 con respecto a
las previsiones de julio. Cuando mañana se haga público el informe de
Perspectivas Económicas Mundiales del organismo, el cuadro
macroeconómico con el que el Gobierno de Mariano Rajoy ha diseñado los
Presupuestos de 2013 puede recibir la puntilla. Las previsiones de los
responsables económicos del Gobierno, Cristóbal Montoro y Luis de
Guindos, no se las creen los servicios de estudios, no se las cree la
Comisión Europea y no se las cree el FMI.
Por eso, otro foco de atención es el Monitor Fiscal, que también se
publica mañana, y donde el Fondo dará sus previsiones de déficit y deuda
de los diferentes países, de nuevo con España como probable
protagonista no deseado. En los capítulos del informe que ha avanzado el
Fondo, se subraya cómo reducir la deuda es una maratón una vez que se
superan umbrales críticos (la previsión del equipo económico de Rajoy es
que en solo los dos primeros años de su Gobierno la deuda crezca tanto
como en los siete de Zapatero y supere el 90% del PIB) y cómo no se
consigue esa reducción sin crecimiento económico.Y, junto a los datos y las previsiones, las políticas. La conveniencia o no de que España pida ya el rescate será un asunto recurrente, a expensas de lo que ocurra en el Eurogrupo de hoy. El propio Guindos, que tiene previsto acudir a Tokio en la segunda mitad de la semana, tendrá ocasión de pronunciarse. Lagarde ya ha dicho que pone a disposición de España su variada gama de instrumentos de ayuda, pero el Gobierno español prefiere que el papel del Fondo sea el mínimo posible.
El sector financiero mundial será otro de los temas recurrentes. El Fondo reconoce que la reforma, cinco años después del estallido de las hipotecas basura, está, como mucho, a medio camino pese a la avalancha regulatoria. "No se puede decir que el sistema sea más seguro", admitía una de sus principales analistas hace dos semanas.
Tokio será también la constatación de otro fracaso (o, al menos, retraso) en la reforma interna del FMI. El objetivo era que en esta reunión alcanzase la mayoría necesaria para dar mayor peso en el organismo a los países emergentes, pero para eso hace falta el apoyo de EE UU, al que no se espera todavía. Lo malo es que los compromisos de nuevas aportaciones al Fondo por parte de muchos de esos países emergentes están condicionados a esa reforma interna, con lo que por ahora, esos nuevos recursos contra la crisis solo existen sobre el papel.
El Japón de la década perdida sabe muy bien que la economía no se levanta con tanta facilidad como los muñecos de Tohoku. Una recesión global parece poco probable, pero el panorama no deja de empeorar cada vez que el FMI publica nuevas previsiones. Pese a los amuletos, esta vez no será diferente. Los cuervos que habitan Tokio por millares parecen llenar de malos presagios la asamblea del Fondo.
Fuente: El País