Lo peor está por llegar
Amador G. Ayora (director de elEconomista)
Mariano Rajoy
Montoro y Arriola presionan a Rajoy para que postergue ajustes y retrase la petición de rescate.
Del
ser humano se dice que es el único que tropieza dos veces en la misma
piedra. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, paralizó el ajuste
hasta los comicios andaluces de finales de marzo, con lo que perdió
medio año desde que fue elegido presidente para poner en marcha las
reformas. Ante la tardanza, la prima de riesgo pasó a convertirse en la
primera preocupación nacional. Rajoy cogió las maletas y se recorrió
todas las capitales europeas con la súplica de que haría lo que fuera
necesario con tal de que el Banco Central Europeo (BCE) comprara bonos.
Su presidente, Mario Draghi, afirmó este jueves que estaba listo para
acudir en apoyo de nuestro país. Pero Rajoy duda ahora de si es el
momento oportuno. La historia se repite. La agenda política prima
sobre la económica. ¿A qué esperar? En primer lugar, digámoslo
claramente, a los comicios gallegos y vascos.
"No voy a negarte que el rescate en estos momentos no favorece a Núñez Feijoó", aseguraba esta semana un ministro.
Rajoy cuenta con el triunfo de Feijoó para subir la moral "a la
tropa", perdón, quise decir al resto de presidentes autonómicos. La
victoria sería la demostración palmaria de que se pueden ganar
elecciones en medio de una crisis. Un batacazo enviaría el mensaje
contrario. El cumplimiento del ajuste autonómico quedaría en el aire.
Perdón de nuevo, quiero decir más en el aire, en el limbo, porque nadie, a excepción de Montoro, se cree que las autonomías vayan a ajustar su déficit al 1,5 por ciento en 2012.
"No son gigantes, sino molinos, mi señor", dijo Sancho a Don Quijote,
mientras que éste se preparaba para arremeter, lanza en ristre, contra
aquellos armatostes. Son políticos y nos empeñamos en que se preocupen
por la economía. ¡Menos mal que sólo quedan dos semanas para las
dichosas elecciones!
¿Y después qué? Pues después esperará a que llueva, o a que escampe,
o a que salga de nuevo el sol. Ahora la excusa es que hay que negociar
con todos los Estados miembros del euro las condiciones, y antes quiere
asegurarse de que Finlandia, Holanda o Luxemburgo no ponen trabas a los
requisitos. Si a ello sumamos que Angela Merkel quiere pactar antes el
nuevo plan de rescate de Grecia para presentarlo conjuntamente a su
aprobación en el Parlamento, habrá que armarse de paciencia y esperar.
Los recortes a partir de ahora los dictará Europa para así
disminuir su impacto electoral y no habrá más remedio que acometerlos.
Por eso, Montoro quitó de los Presupuestos cualquier atisbo de reforma y
redujo los recortes al mínimo. ¿Pensiones? Se actualizarán con la
inflación. ¿Paga de Navidad de funcionarios? Se restaura en 2013.
¿Crecimiento? La crisis se acabará el próximo verano. El papel lo
aguanta todo, por muy inverosímil que resulte. ¿Y entretanto qué? El paro desbocado, las cuentas de la Seguridad Social hundidas y una procesión de empresas que van al concurso de acreedores.
Draghi ofreció apoyo a Rajoy porque el BCE detectó "un agravamiento
de la falta de crédito en nuestro país", según dijo. Y esto sólo puede
conducirnos a más crisis y más paro. Pero aquí nadie se da por aludido.
¿Para qué sirve, entonces, la reforma financiera y el banco malo?
Naturalmente, para restaurar la credibilidad en la banca y del sistema
financiero. Un paso indispensable para que vuelva a fluir el crédito.
Pero que nadie espere un milagro en los próximos meses. Antes
habrá que fusionar algunas entidades, sanear otras y nacionalizar las
que queden sin pareja. ¿Y entretanto, qué? Más crisis y más paro. No veo motivo alguno para el optimismo del Gobierno.
Los grandes fondos internacionales son reacios a entrar en el capital
del banco malo, porque no se fían del test de estrés de Oliver
Wyman, y porque creen que los precios inmobiliarios bajarán más. Es
decir, que aún tendremos que esperar para que concluya la crisis.
¿Por qué no se hace el ajuste de una vez, se cierran los bancos
ineficientes, se recapitalizan los que puedan salvarse y colorín
colorado?
El plan de saneamiento del Banco Popular es un paradigma para Rajoy.
La Caixa descartó su fusión con el Popular porque suponía incrementar
demasiado el peso en España, como hubiera ocurrido con Bankia, pese a la
necesidad de Isidro Fainé de comprar otra entidad para rebajar el
porcentaje público. Descartada la operación, el Popular tuvo que tomar
medidas para salvarse.
El viernes se conocieron sus necesidades de capital, el domingo
reunió al consejo y el lunes su presidente, Ángel Ron, lanzó la mayor
ampliación de su historia. La oferta saldrá al público las próximas
semanas y será una buena oportunidad de hacerse con títulos de una de
las entidades españolas con mejor margen de explotación por debajo de un
euro, gracias al descuento anunciado, cuando hace unos años llegó a
cotizar por encima de los quince. Punto y final de la crisis. ¡Qué
diferencia entre la empresa privada y la pública!
¿Nadie en el Gobierno es capaz de ver la realidad? Parece que Rajoy
en materia de política económica nacional sigue a pies juntillas los
consejos de Montoro. El titular de Hacienda y el gurú electoral del PP,
Pedro Arriola, lo han convencido de que es mejor aguantar y aguantar
todo lo posible. El famoso autor de la teoría de la lluvia fina, que
llevó primero a Aznar y luego a Rajoy a La Moncloa, considera que
mientras España no pierda acceso a los mercados, estará en mejores
condiciones de negociar con sus socios europeos los requisitos de las
ayudas. ¿Y entretanto qué? Más crisis y más paro.
Estamos ganando tiempo de forma estúpida, porque las cifras reales
del déficit saldrán a finales de año y si antes no se anunció el
rescate, habrá que volver a implorar a Europa. Sin dinero, con el
consumo a la baja, el desempleo al alza y el prestigio internacional por
los suelos, la cosas sólo puede ir a peor, señor Rajoy.
Fuente: elEconomista.es