Burgos: la rebelión vecinal contra la privatización y la negación del derecho a la ciudad
por Manuel Bayon — Lunes, 13 de enero de 2014
Da gusto volver así a Cas(till)a por navidad. Escribo desde la alegría de los acontecimientos de las últimas horas. El barrio burgalés de Gamonal lleva varios días en estado de rebelión, con noches de manifestaciones y enfrentamientos con la policía. Hoy lunes se han concentrado desde las 6 de la mañana, haciendo turnos, para que no avancen las obras de un proyecto urbanístico que el barrio no quiere.
Gamonal
Burgos es una ciudad media de Castilla y León, con unos 180.000 habitantes. Se industrializó al ponerse en marcha un Polo de Desarrollo en el boom de la política desarrollista de la dictadura franquista en los años 60 del S.XX, y Gamonal es el barrio que creció alrededor del polígono industrial. Se creó como un barrio obrero que proporcionara mano de obra barata, con viviendas de bloques de ladrillos y escasos servicios públicos, planificación clasista propia de los municipios bajo la dictadura. Ello ha generado que el barrio haya sido históricamente muy organizado políticamente y que se hayan implementado progresivamente servicios públicos, lo que ha incluido negociaciones, movilizaciones, y revueltas, que en numerosas ocasiones han terminado en victoria para Gamonal. Los vecinos tuvieron que hacer incluso sus propias aceras en las calles, lo que confiere una apropiación explícita del territorio urbano. El documental ¿De quién es la calle? es muy ilustrativo de la historia del barrio.
Gamonal hoy en día tiene alrededor de 70.000 habitantes, un porcentaje muy importante de Burgos, y continúa acumulando un déficit estructural de servicios. Esta falta de servicios se da tras un periodo de bonanza económica en el que el municipio ha ejecutado obras faraónicas en otras partes de la ciudad o ha llevado a cabo una cuestionable ampliación de Burgos hacia el noreste, lo que ha implicado una deuda de unos 50 millones de dólares.
La disputa de territorialidades y el derecho a la ciudad
Nos encontramos ante una fase de la economía en la que la reproducción del capitalismo se basa de una forma creciente en los procesos de urbanización y especulación inmobiliaria. Lo explica Harvey en Ciudades Rebeldes. Lo hemos vivido en España en la última década de una forma superlativa. La territorialidad y la producción del territorio es por definición una de las atribuciones del Estado moderno. Un Estado subsumido por las clases dominantes, y que por tanto, obedece a las lógicas del capital. En la última fase de explosión territorial de las ciudades el capital inmobiliario ha sido beneficiado por la acción de las administraciones del Estado, que ha producido el espacio de acuerdo con la captación de rentas, y que ha sido el propio germen de la crisis económica, cíclicas en el sistema capitalista.
Sin embargo, hay otras formas de generar territorialidad, y en la que las clases dominadas ejercen distintas formas de apropiación del espacio. Para Porto Gonçalves el territorio es espacio apropiado, hecho cosa, instituido por sujetos y grupos sociales que se afirman por medio de él. Haesbaert mira el territorio como el ejercicio de aquellos otros poderes que no emanan del Estado, y se refiere tanto al poder en el sentido más concreto, de dominación, como al poder en el sentido más simbólico. De esta forma, la ciudad se convierte en un lugar de disputa del espacio como explica Salcedo, desde estas formas de territorialidad en relación dialéctica. Por ello, la ciudad y los procesos urbanos que produce son importantes focos de la lucha de todo tipo.
En este contexto las clases dominadas o subalternas reivindican el derecho a la ciudad, que Lefebrve describiría como una forma superior de los derechos: “derecho a la libertad, a la individualización en la socialización, al hábitat y al habitar, el derecho a la participación y el derecho a la apropiación (muy diferente al derecho de propiedad)”. Por ello, según Harvey el derecho a la ciudad es mucho más que un derecho de acceso individual o colectivo a los recursos que esta almacena o protege: es un derecho a cambiar y reinventar la ciudad de acuerdo con nuestros deseos. La apropiación del espacio urbano es clave en el ejercicio de derechos, y la participación en la producción del territorio es un elemento crucial para la construcción de una democracia en la que todas las personas tengan capacidad real de decisión.
El conflicto por el nuevo parking
Uno de los problemas percibidos en Gamonal de forma más intensa es la falta de aparcamientos, ya que la planificación de los años 60 no previó que en unas décadas las familias allí ubicadas tendrían vehículo privado. La necesidad ha impulsado la imaginación a través de un sistema barrial de doble fila en el que los coches son aparcados sin freno de mano, y de esa forma cada persona puede salir de casa sin denunciar al vecino que dejó el coche al lado del suyo.
Ya en el año 2005 se produjo un conflicto muy similar al que está ocurriendo en estos días con el proyecto conocido como Parking de Eladio Perlado. Sin consulta ni proceso de participación alguno se impuso el proyecto, y la población consiguió pararlo con métodos muy similares a los que se están produciendo estos días: primero a través de movilizaciones pacíficas e intentos de reunión con el Ayuntamiento, y cuando comenzaron las obras se paralizaron a través de la revuelta.
Sin embargo, en 2013, el Ayuntamiento, que sigue gobernado por el Partido Popular de ideología conservadora, vuelve a proponer un proyecto de parking para el barrio llamado “Proyecto Bulevar de la Calle Vitoria“, contra el que surge unaplataforma ciudadana. El proyecto incluye la conversión de la principal avenida, que recorre Gamonal hasta Burgos, en una calle con más espacio peatonal, y sin aparcamientos, lo que se sustituye a través de un parking privado con un coste por plaza de unos 25.000 dólares que se adquieren por 40 años, de forma que la propiedad será de las empresas constructoras.
Algunos de los motivos para la oposición al proyecto son similares en 2005 y 2013: la falta de participación democrática en la decisión del Ayuntamiento, la privatización del aparcamiento en el barrio a elevados precios y la asignación de la obra a empresas de la oligarquía burgalesa vinculada al Partido Popular desde la fase en la que José María Aznar era presidente de la Junta de Castilla y León. Oligarquía burgalesa con fuertes influencias en el sector de la construcción y los medios de comunicación, compuesta por empresarios que han sido condenados por corrupción, o que están vinculados a la mayor trama de corrupción de la democracia española. Pero también hay nuevos motivos derivados de la crisis económica: hay necesidades mucho más urgentes para el barrio que un nuevo Bulevar y aparcamientos privados, entre otros, el paro, la desaparición de servicios públicos, los deshaucios de familias que son echadas de sus casas por no poder pagar su hipoteca al banco, etc.
El proyecto tiene un coste 8,5 millones de euros, entre 11 y 12 millones de dólares, que profundizará la deuda municipal, utilizada para fundamentar los recortes presupuestarios en servicios sociales, destinados a una necesidad que el barrio no considera prioritaria, a través de la privatización de un bien común que beneficiará especialmente a la oligarquía corrupta burgalesa. La población de Gamonal se ha movilizado en repetidas ocasiones, a través de asambleas, numerosas manifestaciones, actos en el pleno del Ayuntamiento, o peticiones desoídas de reunión con la concejalía de urbanismo. Sin embargo, la pasada semana comenzaron las obras para la construcción del Bulevar y la rabia de Gamonal no se pudo contener: sus habitantes llevan tres días de rebeliónmediante manifestaciones espontáneas, caceloradas desde las ventanas, enfrentamientos con la policía, pintadas y rotura de los escaparates de las sucursales bancarias, etc. Hoy debían reanudarse las obras, pero la movilización ciudadana lo ha impedido, con una sentada y concentración durante todo el día que también está convocada para mañana.
El derecho a la ciudad: el derecho a una ciudad basada en las personas y no en los intereses de las oligarquías
Las personas que viven en Gamonal están pidiendo algo tan sencillo como tener capacidad para decidir lo que es mejor para su territorio, están invocando de forma no explícita el derecho a la ciudad, a cambiar el barrio a través de la participación de las personas que en él viven. El alcalde está aplicando mano dura, y amparándose en la victoria electoral que partió de un programa electoral en el que figuraba el proyecto de nuevo Bulevar. No deja de resultar paradójico en el contexto de un partido que gobierna el país después de haber hecho trizas su propio programa electoral. En todo caso, muestra la estrecha idea de democracia que maneja la plutocracia española. Una democracia en la que ganar unas elecciones da carta blanca para imponer todo tipo de políticas, y que en Burgos ha topado con un barrio organizado que ha aprendido a desobedecer las decisiones de un poder local corrupto e ilegítimo. Estos días en Gamonal se está construyendo el territorio desde abajo, se está poniendo en práctica el derecho a la ciudad aunque no existan cauces institucionales para ello.
Dedico el post a quienes se movilizan hoy en Burgos, compañeras y compañeros de cambio durante los dos años que allí viví.
Fuente: La ciudad viva