La corrupción política no acabará si no existe un cambio de mentalidad y actitud de la sociedad
El desencanto social hacia las “corruptelas” y hacia la clase política no deja de ser una especie de rechazo hacia la parte que menos nos gusta de nosotros mismos. O dicho de otra forma, cualquier comportamiento corrupto o poco ético de nuestros representantes no acabará nunca sin un cambio radical en la mentalidad de la sociedad.
Los españoles somos así y lamentablemente aplaudimos y apoyamos los actos corruptos cuando nos causan empatía o nos tocan de cerca. Burgos es una muy buena y lamentable muestra de ello. En los últimos años hemos asistido a episodios que sólo pueden calificarse de lamentables. Por ejemplo, el propietario de la Cafetería Polisón, en el Teatro Principal, llevaba sin abonar la luz y el agua de su establecimiento 10 años, con cargo al herario público. La respuesta del ciudadano, previa sorpresa inicial, ha sido continuar como si nada. Incluso después de saberse que su contrato había caducado hace 6 años y que el Ayuntamiento de Burgos ha iniciado el desalojo por la vía judicial, el negocio no está falto de clientes.
Otro caso, de tantos, es el de los famosos conciertos del Vagón del Castillo o del restaurante Buenas Noches Burgos, ambos de la misma empresa. Se realizan sin licencia. Esto es público, notorio y hasta admitido por algunos propietarios, por lo que el público asistente lo sabe, lo admite y lo apoya con su presencia. Pero no pasa nada.
Hace unos días saltó a la palestra pública la situación de las empresas Pecaditos y La Sirenita, con la colocación de terrazas sin permisos, obras sin licencias y la intervención de una concejal para rebajar sanciones. ¿Cual ha sido la respuesta de los clientes? Una vez más el apoyo sin condición.
Es verdad que en España quienes tienen la oportunidad de meter la mano en la caja son quienes representan a todos, nuestros políticos. Pero ellos son un fiel reflejo de la sociedad que admite y permite bajo según qué premisas justificando que “si mal está esto mucho peor es aquello otro…”. Y suma y sigue.
Por si hay alguna duda del índice de moral no sólo seguimos premiando la ilegalidas sino que además tenemos una facilidad pasmosa para castigar a quien reclama el cumplimiento de la legalidad. En Burgos nunca han faltado críticas a quienes denuncian hechos ilegales, nunca ha faltado castigo a quienes piden o exigen el cumplimiento de la legalidad.
Con este modelo de sociedad ¿consideramos que jueces y políticos actuan mal? Porque da la sensación es que la política y la justicia española muchas veces son un fiel reflejo, corregido y aumentado, de la sociedad nacional.
Fuente: Canal54.es