viernes, 6 de febrero de 2015

EL DESEMBARCO DE LAS PERSONAS SIN DIGNIDAD A PODEMOS


Por Lucas Mallada

Redundar en lugares comunes no suele ser un ejercicio demasiado estimulante, tomémoslo por tanto como una especie de construcción de una tradición oral, que no por sabida y reiterada, pierde actualidad.

Algunos afirman con emoción que estamos viviendo momentos históricos, momentos críticos, llenos de oportunidades y no exentos de temores y riesgos. De reojo, y de forma inevitable, sobre todo por los más talluditos, se echa una mirada a los tiempos de la llamada Transición, tiempos con los que es inevitable una comparación. Cuestión que exaspera a los más pimpolludos, porque lo perciben como un intento descarado de taparles la boca. Los que estamos entre Pinto y Valdemoro, a veces nos inclinamos por las razones de aquellos y las más por los últimos, ¡qué carajo, cada momento histórico es único!.

De cualquier modo, no está de más echarse al morral algunas de las enseñanzas que nos ofrecen los procesos históricos del pasado, de entre las muchas que podríamos escoger, me voy a centrar en la de los llamados “descamisados”. Sí, así creo que llamaban a los novísimos militantes de un PSOE ausente durante el franquismo, que crecieron como setas con las lluvias otoñales en todos los barrios y ciudades de España. Algunos de los novísimos cuadros socialistas de los setenta provenían de otras agrupaciones más militantes pero con escasas posibilidades electorales, es decir de llegar a pintar algo, más allá de una incendiaria pintada en una tapia desconchada.

Estoy resbalando por donde no quería, y no pretendía comparar al PSOE de la 2ª Restauración Borbónica (o Transición), con el PODEMOS, que lucha a brazo partido contra el bipartidismo del Régimen, no es éste fenómeno lo que quería contar. Traía a colación el asunto de los “descamisados”, y de los que aterrizaron oportunamente en el PSOE de la segunda mitad de los 70, para alertar. Todos sabemos que esto va a ocurrir, y tampoco será necesario establecer una caza de brujas frente a este fenómeno, tiene algo de natural, de agrupamiento de fuerzas, reconociendo quizá el discurso más clarividente, la necesidad de aportar y unirse a otros muchos que empujan en el proyecto de transformación.

Sin embargo, la comprensión hacia este fenómeno no nos puede convertir en seres acríticos, o que cerremos los ojos a cuestiones que tienen que ver con las posibilidades de transformación de la izquierda política. A medio plazo nos haríamos un flaco favor, porque toda transformación política y social se basa en principios éticos, que en esta ocasión, están claramente marcando el paso político. Tenemos que saber que la transformación social será ética, o no será, o desaparecerá como la niebla matutina, con el sol de la tarde. Efectivamente, ni todo vale, ni toda acción pesa éticamente lo mismo.

Me contaban la otra tarde, que en Segovia, se ha subido al carro de PODEMOS, un concejal díscolo del PSOE (¡cómo cambia el cuento!), pero añadían que no era muy recomendable, que sus actitudes vitales y las decisiones que toma no tienen nada que ver con su discurso, en fin apuntaban a su incoherencia, por tanto, este tipo de fichajes suponen un lastre para el cambio ético que necesitamos. Sin embargo, lo hermoso de todo es que la Asamblea de Segovia, o sea un sabio colectivo ciudadano, ha logrado esquivar sus ambiciones.

También me ha llegado que en Burgos, un dirigente del PCE regional y de IU local abandonó estas formaciones por “motivos personales”, y que a las pocas semanas apareció en PODEMOS. En este caso lo censurable de la actuación no es el cambio de partido, si no las formas. Y es que en la “nueva política” las formas son el fondo. Pedro de Palacio, se marchó de IU sin explicar sus motivos, perdiendo una estupenda oportunidad política para cambiar ideas y estrategias, o al menos fomentar la reflexión desde aquellas, no ha mostrado mucha consideración por la formación en la que ha detentado puestos de responsabilidad. Ese fue su primer error. Sin embargo, a mi entender lo más grave, ha sido que su desembarco en PODEMOS no se ha hecho en la Asamblea local de Burgos, como un militante más, respetando a los que llevan trabajando meses. No sólo no se ha dignado a reconocer a sus “nuevos camaradas”, si no que ha tratado de cooptar a personas elegidas por la Asamblea de Burgos para la Ejecutiva Regional a la que él se ha postulado, con la candidatura “Claro que Podemos”. En su justa medida, podría retrotraernos al transfuguismo de José Moral y otras dos concejalas del grupo municipal de IU al del PSOE, conservando los galones en la transacción. Examinando las declaraciones de Pedro en la red, nos tropezamos con varias en las que reivindica la capacidad de la gente, del pueblo, para ejercer el poder democrático en las instituciones... no parece muy congruente con su actitud reciente... confiamos en que en su nueva formación política, de nuevo los ciudadanos que se han tomado muy en serio lo de que el poder surge de abajo a arriba, le exijan militancia de base, respeto al trabajo de los demás, reconocimiento natural de su pasado y explicaciones.

Y para terminar y regresando a los lugares comunes como una cantinela constante, no quisiera dejar pasar la oportunidad de recordar que cualquier organización tiende a crear estructuras, formales o informales, pero estructuras de cualquier modo. Lo importante es cómo son éstas, y cuán claro son las formas de acceso y de toma de decisiones. Es también muy importante que éstas sean transparentes y estén formalizadas. La aparente ausencia de reglas, oculta el poder y esto favorece siempre a las personas mejor posicionadas. El poder es como el aire que respiramos, tenemos que vivir con él y acostumbrarnos a sus efectos (Foucault), no es unidireccional y además en determinados momentos puede transformar en débil lo que otrora era poderoso. Por ejemplo, los militantes de base tienen la responsabilidad y el poder para decidir si les conviene lo que les proponen desde arriba. La legitimidad la dan o la quitan las bases, y esta tiene que ser la ley de hierro de las democracias, si no queremos caer en la otra ley de hierro de las oligarquías que expuso Robert Michels en su ensayo: “Los partidos políticos”, en 1911, por eso desde entonces esta cuestión lleva mucho manoseo a sus espaldas.....
Fuente: Burgosdijital